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Josefa, el otro roble de Bermiego

"Trabajé mucho, hice de hombre y de mujer", asegura la abuela de Quirós, que acaba de festejar 103 años

Josefa Viejo, con su tarta de cumpleaños. ROBERTO F. OSORIO

El 16 de abril de 1915 nacía en el pueblo de Bermiego una niña, de nombre Josefa, con dos apellidos premonitorios de que iba a tener una larga vida, Viejo Viejo. Y sigue al pie del cañón: es la persona más anciana del concejo de Quirós, con 103 años, y acaba de festejar su cumpleaños con su familia.

Vino a este mundo cuando Europa se desangraba en la que llamaron Gran Guerra o I Guerra Mundial. Su pueblo era un pequeño universo lleno de niños y con cientos de vecinos peleándose por el espacio vital. El teixo y el gran roble del pueblo vigilaban el devenir de la vida cotidiana.

Josefa sufrió la contienda civil. Su vida dio un gran vuelco y se llenó de tristezas y penas, como en muchas otras familias de aquellos tiempos. Llevaba poco tiempo casada y tenían una hija pequeña. Su marido, Guillermo González, estuvo en el frente del Ebro, donde fue herido. Regresó a recuperarse a su casa de Bermiego y decidió desertar, pues prefería "morir junto a su mujer y su hija que volver al frente". Estuvo escondido en los montes cercanos al pueblo.

Josefa fue detenida y enviada a la "iglesiona" de Gijón, donde permaneció varios meses y pasó mucho miedo cuando una manifestación de exaltados pedía "las cabezas de los presos". Josefa Viejo puede que sea una de las pocas personas vivas de las que estuvieron encerradas en la "iglesiona". La silicosis se llevó al marido de Josefa con 47 años, y ella continuó sola la lucha para sacar adelante a dos hijas.

"Trabajé mucho", es una frase que repite Josefa y que define una vida de lucha constante, sin descanso. "Hice de hombre y de mujer", apunta, en referencia a su situación de viuda joven que debió cuidar de la casa y de la cabaña ganadera. Vivió en Oviedo y ahora reside en la residencia de mayores de Quirós, lugar donde nació hace tanto.

Se mantiene bastante bien físicamente, aunque no tiene la capacidad de moverse de modo autónomo. Salvo eso, mantiene una buena memoria y mucho genio, le gusta la conversación. Con sorna repite Josefa: "soy Viejo Viejo y vieja". Ciento tres años dan para mucho, para tristezas y alegrías, para fiestas y viajes, para vivir intensamente la vida. Dos hijas, seis nietos y ocho bisnietos, además de toda una vida de lucha, son su legado centenario.

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