Oviedo, Pablo CASTAÑO

Los expertos del Instituto Geológico y Minero de España y de la Universidad de Oviedo han iniciado, junto con el personal de la empresa estatal Hunosa, la investigación sobre el comportamiento y aprovechamiento de las aguas de mina de las Cuencas. Por delante quedan al menos cuatro años de trabajos para explorar el complejo sistema hidrológico de las explotaciones y determinar si realmente ese agua es un filón.

Los trabajos están de momento en la primera fase, que consiste en recopilar información. En concreto, se están ordenando los sistemas de información geográfica disponibles (bases de datos, cartografía geológica, cartografía hidrogeológica, modelos tridimensionales de las Cuencas), se están recopilando datos mineros (sobre todo información sobre los volúmenes de los huecos de las minas de Hunosa), datos climatológicos y datos exhaustivos de los bombeos de agua que se realizan en las explotaciones. Esa agua que se saca de las minas procede de escorrentía y de acuíferos subterráneos e inundaría las galerías y huecos si se dejara de evacuar. Según los datos que maneja Hunosa, en sus explotaciones se bombean al año alrededor de 38 millones de metros cúbicos de agua, un volumen similar a la capacidad del sistema de pantanos de Tanes-Rioseco, que abastece al centro de la región. Esos bombeos suponen para Hunosa un gasto anual de energía eléctrica valorado en casi 6 millones de euros.

«Tener recopilados todos los datos útiles posibles es clave, aunque retrase las investigaciones sobre el terreno, porque luego vamos a poder avanzar más rápido», señaló Miguel Luis Rodríguez, jefe de proyectos técnicos del Instituto Geológico y Minero de España.

Los trabajos sobre el terreno comenzarán en las explotaciones de Figaredo y Turón. Hunosa está realizando labores de desmantelamiento del pozo Figaredo y estudia la posibilidad de inundar la explotación para clausurarla definitivamente. Además, el pozo Figaredo está comunicado con otras explotaciones del valle de Turón, como el pozo San José, donde al año se bombean más de 4,2 millones de metros cúbicos de agua (la cifra más alta de las minas de Hunosa), a pesar de que lleva varios años sin actividad.

Los técnicos de Hunosa, del Instituto Geológico y Minero de España y de la Universidad de Oviedo evaluarán en Figaredo-Turón, entre otros factores, los caudales de bombeo y los tiempos de retardo en función de las lluvias (para saber qué porcentaje procede de escorrentía y cuánto de acuíferos subterráneos), calcularán las reservas de seguridad en los pozos para absorber el exceso de escorrentía subterránea y evaluarán el impacto ecológico del abandono de las explotaciones y de su inundación. «No es la primera vez que hacemos estudios de este tipo. En los años 1994 y 1995 el Instituto Geológico y Minero de España ya trabajó para Hunosa con motivo del cierre de los pozos Entrego y San Mamés y, de hecho, el pozo Entrego fue inundado tras una detallada investigación sobre la medida y sus afecciones», señaló Miguel Luis Rodríguez, jefe de proyectos técnicos del Instituto Geológico y Minero de España.

Depósitos seguros

Si se suprimen los bombeos, la mina se inunda siempre que no haya escapatoria para el agua. «En muchas ocasiones se utiliza el término acuífero de minas, pero lo correcto es hablar de depósitos», apunta Miguel Luis Rodríguez. Si se logra convertir una mina en desuso en un depósito de agua seguro y sin impactos externos (inundaciones en el entorno, humedades, merma en los caudales ecológicos de los ríos...), el siguiente paso es preguntarse si el agua de las minas puede aprovecharse en un momento en el que Asturias buscas nuevas fuentes de abastecimiento. Según ha señalado el presidente de Hunosa, Juan Ramón García Secades, los primeros análisis del agua de minas realizados por la compañía señalan que no es potable, pero las anomalías que presenta son leves y podrían corregirse mediante sencillos tratamientos de potabilización. «Tendremos que estudiar con profundidad la calidad del agua, puede que no sea apta para el consumo humano, que habrá que verlo, pero podría utilizarse también para otros usos como los industriales, que consumen en Asturias grandes cantidades de agua», afirma Miguel Luis Rodríguez. Precisamente Hunosa, junto con Endesa, tienen previsto construir en La Perada una central eléctrica de ciclo combinado, instalación que consume grandes cantidades de agua.

El estudio también explorará las posibilidades de almacenamiento de dióxido de carbono (CO2) en acuíferos profundos en un momento en el que se experimentan las técnicas de captación del gas. «Son aguas muy profundas que están salinizadas, no son utilizables, y pueden se óptimas para el almacenamiento de dióxido de carbono», señala Miguel Luis Rodríguez, que añade que, al margen de los resultados que se obtengan de los estudios del agua de minas y del almacenamiento de CO2, «todas las partes que participamos en este proyecto tan ambicioso vamos a salir beneficiadas porque vamos a ganar en conocimiento».