Mieres / Langreo, J. A. O.

El Ministerio de Industria, a partir de un informe específico realizado por la Fundación de Estudios sobre la Energía, ha reservado diez zonas geológicas de subsuelo en diversos puntos del país, entre ellos Asturias, como posibles almacenes de dióxido de carbono. Sus autores reconocen que no todas estas áreas -dos situadas frente a la costa llanisca- son conocidas con idéntico detalle, por lo que sería necesario llevar a cabo estudios concretos de cada una. No obstante, y en una primera evaluación, su capacidad total estimada estaría en torno a los mil millones de toneladas de CO2.

A la vista de los datos sobre dióxido de carbono en España, esta capacidad de almacenamiento representaría únicamente diez veces la emisión anual de CO2 nacional a partir del carbón. Además de este problema, los autores de «El futuro del carbón en la política energética española» advierten de la necesidad de que, «a la mayor brevedad posible», se lleven a cabo estudios «específicos y detallados» sobre la estanqueidad de estos emplazamientos, con el objetivo de que quede garantizado que no se van a producir fugas, toda vez que se trata del aspecto más relevante para la seguridad de los depósitos. A este respecto, alertan de que «el CO2 es un gas poco reactivo y no tóxico desde el punto de vista químico», pero que, por contra, «inhibe la respiración y puede llegar a ser letal en unas concentraciones volumétricas por encima del 15 por ciento». Los especialistas coinciden en que la selección de almacenes de depósito seguros y adecuados es uno de los principales retos que debe afrontar el sector.