Mieres del Camino,

Roberto G. INGERTO

Las manos son fundamentales para comprender las creaciones que alberga durante este mes la Casa Duró de Mieres. En ella está expuesta la obra de un burgalés de Castrillo de la Reina. Un total de 29 esculturas que ofrecen múltiples visiones según el ángulo desde el que se las mire o se las toque.

La iluminación del antiguo Palacio de los Álvarez Castañón crea un ambiente íntimo que invita a detenerse delante de cada escultura y dedicarle tiempo al tacto de las figuras. Su creador, Alfonso Salas González, plasma los sentimientos que percibe a través de la observación de su propia experiencia vital.

La fría piedra, el bronce, la madera o, incluso, el poliéster sirven para «expresar lo máximo con los mínimos elementos», como reconoce su autor. Este dominico disfruta observando que la gente aprende algo gracias a su obra. Le encanta que los visitantes toquen, observen y pregunten. Para Salas, existe demasiado celo en no dejar tocar las obras. «Lo entiendo por parte de un pintor porque se deteriora su creación, pero donde la materia prima es tan natural resulta fantástico poder tocarla», comenta.

El tacto es la vista para los ciegos que, según el autor, disfrutan más de su obra que los videntes. El conocimiento personal de esa dolencia hace que Salas tenga muy presente a este colectivo. Un hermano ciego y su propia enfermedad degenerativa hacen que el autor se enorgullezca de que los invidentes disfruten tanto con su obra. Además, «con las manos se puede saber qué tipo de madera es más dura o, incluso, se pueden percibir elementos ocultos a la vista».

Más de 37 años lleva este dominico paseando su exposición por diferentes locales. Muy atrás queda la época en la que dibujaba antes del bachillerato. Por aquel entonces, Salas disfrutaba de la pintura antes de estudiar Bellas Artes. Actualmente, el artista reconoce que lleva ya más de veinte años sin abrir el maletín donde guarda celosamente todo su material. «No es que me haya dejado de interesar, pero es que la escultura me lleva mucho tiempo».

Antes de licenciarse en escultura cuando aún tenía quince años descubrió el modelado. «Me atraía mucho porque permite múltiples puntos de vista», afirma. Ahora trabaja con materiales como la madera, el bronce o la piedra. En la creación de sus esculturas emplea mucho tiempo y dedicación, aunque reconoce que eso no depende del tamaño de la figura sino de «conseguir plasmar los sentimientos que quiere transmitir». El trabajo con la madera es diferente al de la piedra. Ésta es muy lenta de trabajar y conlleva mucha dedicación y cuidado.

El tacto de sus obras no deja indiferente, pero no podemos olvidar lo que se aprecia a simple vista. Las figuras familiares o las que incluyen a una madre con su hijo expresan perfectamente los sentimientos con la mirada. Aunque no se vean marcas de ojos, la simple línea directa que las une sirve para mostrar el amor.

Ése es su objetivo, transmitir los sentimientos a través de las formas. Si lo consigue hay que comprobarlo visitando su exposición durante este mes en la Casa Duró de Mieres.