Músico

Mieres del Camino,

Andrés VELASCO

Con la llegada del verano, Asturias se convierte en una gran fiesta, y todo buen festejo debe ir ligado a la música. Fabián Díez (Mieres, 1977) es uno de esos músicos que recorrerán el Principado con su trombón al hombro amenizando las celebraciones y verbenas en numerosas localidades. Comenzó en la música hace dieciséis años y desde entonces este mierense ha pisado muchos escenarios, algo que continuará haciendo porque la música ya es parte de su vida.

-Durante el verano, los músicos suelen tener más trabajo. ¿Cómo afronta estos meses?

-Lo cierto es que habitualmente sí que trabajamos mucho más en verano, aunque este año los «bolos» han bajado por culpa de la crisis. Las comisiones de festejos y los ayuntamientos tienen menos dinero y es más difícil que te llamen para tocar. En julio tengo unos 5 o 6 bolos y otros años hay bastantes más.

-Ha hecho de la música su forma de vida y toca con varios grupos.

-Actúo con la Banda de Música de Gijón, en el grupo «Patrulla Dixie Band», en la charanga «El Carmín» de Pola de Siero y en el grupo de Ska «La Tarrancha».

-¿Se puede vivir de la música?

-Sí. Aunque lo normal no es tocar en tantos grupos como yo. Suele ser más habitual sacar una oposición. O, bueno, siempre puedes tener la suerte de tocar un grupo de éxito.

-¿Los músicos como usted están bien remunerados?

-A mi nivel, normalmente sí, aunque muchas veces tenemos que negociar con la gente que nos contrata. Nuestro trabajo no solamente es el concierto en sí, lo que la gente ve, sino que hay muchas horas gastadas en ensayos y organización que nadie valora.

-¿Cómo llegó a la música?

-Siempre me gustó mucho, desde muy pequeñito. Empecé cuando nació la Banda de Música de Mieres, yo tenía unos 15 años. Me apunté a clases de solfeo y después de pasar por varios instrumentos, todos de viento, me dieron el trombón, que fue con el que me quedé, ya que no se me daba del todo mal. Tengo mucho que agradecer a la Banda de Mieres por haberme puesto un trombón en las manos.

-Uno de los pilares del verano son las orquestas que amenizan las verbenas de los pueblos, y usted ya pasó por esa experiencia. Tendrá muchas anécdotas...

-La verdad es que tengo varias de la orquesta con la que toqué el verano pasado por Castilla y León. Recuerdo que, en un pueblo cerca de Salamanca, los vecinos nos amenazaron con hacer un piquete con los tractores en la carretera para que no pudiéramos irnos porque consideraban que cuatro horas de concierto eran pocas. Fue un momento un poco tenso, pero también divertido.

-¿Qué es lo más difícil en la vida de un músico?

-El trabajo más sacrificado es el de las orquestas de verano. Haces muchos kilómetros, son muchas horas de concierto, llegas tarde a casa... Pero, bueno, peor es bajar a la mina.

-La mayoría de su trabajo lo desempeña durante los fines de semana. ¿Cómo lleva una persona joven como usted trabajar cuando sus amigos están por ahí divirtiéndose?

-Es parte de mi trabajo y lo asumo, aunque no voy a negar que de vez en cuando se echa de menos estar de «folixa» con los amigos.