Mieres / Langreo,

J. VIVAS / E. PELÁEZ

Menos clientes y menos ingresos. Los hosteleros de las Cuencas registran una bajada de ventas -de entre un 20 y un 30 por ciento en el caso del Nalón- desde la entrada en vigor de la ley antitabaco. La puesta en marcha de la normativa ha supuesto también una reducción de los tiempos de estancia en los locales y la creciente desaparición de las tradicionales tertulias posteriores a las comidas y cenas. Los hosteleros alertan, además, de que la caída de ingresos por la nueva ley, sumada a la actual situación de crisis económica, puede ocasionar despidos en el sector. También argumentan que el hecho de salir a fumar al exterior de los locales, sobre todo de madrugada, puede causar trastornos a los vecinos de las viviendas próximas.

Javier Fernández, presidente de la junta local de Hostelería de Langreo, constata la pérdida de beneficios en el sector como consecuencia del binomio crisis-ley antitabaco, aunque «con mucho mayor peso» de este último factor. «Los establecimientos de ocio nocturno y la restauración son los que más lo sufren», explica Fernández, que detalla que los propietarios de los restaurantes se han encontrado en estas últimas semanas con que «no hay sobremesas y la copa posterior a la comida ha desaparecido». La asistencia se ha reducido pero también el tiempo de permanencia en los establecimientos.

En una opinión compartida por otros hosteleros, Fernández opina que la ley «ha entrado en vigor en el peor momento posible», porque «el sector ya estaba en un momento delicado». Según indicó, no se puede hacer una estimación de los despidos que se producirán pero «ya han comenzado, algunas empresas ya se han visto obligadas a hacer regulaciones». El presidente de la hostelería langreana apuntó que algunos propietarios de los locales han decidido dar vacaciones a parte de la plantilla a la espera de que la situación mejore.

En una línea similar se expresa el presidente de la asociación de hosteleros de Mieres, Alberto González. Pese a no cuantificar las pérdidas que pueden haber sufrido los establecimientos, sí confirma que «se está notando mucho que cada vez hay más gente que opta por quedarse en casa en vez de salir y tomarse un café o una copa». Según relató, en los bares de copas, la obligación de salir a fumar a la calle disuade a los clientes de volver a entrar en el establecimiento, mientras que en los locales de comidas, sus usuarios reducen el tiempo de sobremesa. «Las primeras semanas del año ya suelen ser malas para la hostelería, porque baja el poder adquisitivo, pero la ley está contribuyendo a que se gaste mucho menos», subraya González.

Sobre la posible pérdida de empleos, González afirma que «no tengo constancia de que otros establecimientos estén reduciendo personal» aunque, como ocurre en el Nalón teme que haya recortes. «No sé lo que ocurrirá en los próximos meses», apostilla.

González propone que «se eliminen las máquinas de tabaco, para que sólo se pueda vender en los establecimientos autorizados, ya que nosotros tampoco ganamos tanto dinero con el tabaco». También pide a la administración «que escuchen a los hosteleros, porque estoy convencido de que la ley se puede limar para que sea un poco más flexible. Además, no están teniendo en cuenta las consecuencias que trae obligar a los clientes a fumar en la calle, porque molesta a los vecinos, sobre todo cuando ocurre de madrugada».

Los establecimientos de Hostelería de Asturias ya han comunicado a la Federación Nacional sus propuestas para hacer patente su protesta: apagar las máquinas de tabaco y cerrar los establecimientos en protesta por la prohibición de fumar. Será el colectivo a nivel nacional el que decidirá qué actuaciones se ponen en marcha.