Mieres del Camino,

Antonio González Hevia bajó por primera vez a la mina en 1968 y muy pronto se involucró en el por entonces clandestino movimiento sindical. En 1980 asumió la Secretaría de Organización de CC OO y, de la mano de Manuel Nevado, fue elegido posteriormente secretario general de la Minería en Asturias. Le tocó pilotar en uno de los periodos más convulsos de la historia del sector y junto a José Ángel Fernández Villa, su homólogo en el SOMA, planificó hace 20 años el histórico encierro del pozo Barredo. González Hevia tiene fama de honesto, de recto y se siente con la suficiente autoridad moral para hablar de cualquier tema sin ataduras políticas. Reconoce que Villa es un «gran amigo» y no le tiembla la mano a la hora de dar cachetes a su propia organización, pero siempre ha sido, y sigue siendo, fiel a CC OO y también a IU, aunque se haya podido sentir en ocasiones injustamente tratado.

-¿Considera que el encierro de Barredo fue un hito para el movimiento obrero?

-El éxito del encierro lo define el hecho de que el plan de una empresa, aunque fuera pública, como es Hunosa, se acabara aprobando en un Consejo de Ministros. Nada fue improvisado. Tanto Villa como yo tuvimos que superar muchas reticencias en nuestras propias organizaciones.

-¿Tuvieron ayuda para organizar el encierro?

-No, lo hicimos los dos solos y no fue una tarea sencilla. En IU había quien anteponía pegarles palos a Villa y al PSOE a que la negociación fructificara. Supongo que en el SOMA también había presiones políticas, incluso más intensas. No obstante, hay que reconocer que nos vino fenomenal la visita que hicieron al pozo Antonio Gutiérrez y Nicolás redondo, que exigieron al Gobierno una negociación.

-¿Por qué el plan de Hunosa 1991-1993 se enquistó de aquella manera?

-Durante meses fue imposible llegar a un acuerdo con la dirección de la empresa. Finalmente, nos convocó el vicepresidente del INI y se alcanzó un punto de encuentro en 24 horas. Además, nos llevamos por delante a la dirección de la empresa, que quedó inhabilitada. Después de lograr el objetivo se me reprochó que había fortaleciendo a Villa, el hombre fuerte del socialismo asturiano, son las miserias de la política.

-¿Qué valoración hace de aquel histórico acuerdo?

-Lo primero que hay que asumir es que fue el primer plan que conllevó el cierre de minas, o como eufemísticamente se llamó, una concentración de explotaciones . El gran problema que tuvo es que se incluyeron pocos elementos de reindustrialización. En este sentido, el Gobierno de Felipe de González fue rácano. Ahora bien, de no haberse firmado aquel acuerdo los sindicatos mineros hubiéramos quedado muy mermados, muy debilitados. Asumimos que se perderían 5.000 puestos de trabajo y que, por tanto, Asturias iba a resentirse, pero encontramos el camino para avanzar. Entendimos que era necesaria una alianza social de toda la región.

-De aquel conflictivo periodo surgió una unidad de acción sindical que ha dado grandes frutos.

-El SOMA siempre ha sido el sindicato de la negociación y CC OO el de la confrontación. Aunque sabíamos pactar, estábamos educados para el combate y ellos para la concertación. Mire, yo soy del Barcelona, del que se dice que es más que en club, y eso mismo le pasa al SOMA, que son más que un sindicato, aunque no sé muy bien el qué, tienen otras cosas que yo no voy a valorar. CC OO es solamente un sindicato, nada más. Desde que el PSOE ganó las elecciones en 1982, CC OO no apoyó ningún plan hasta el de 1991. Estuvimos una década combatiendo lo que el SOMA firmaba. No fue fácil hacer ver ciertas cosas en mi organización, pero se logró.

-Negociar el plan general de la minería 1997-2005 tampoco fue sencillo?

-Villa estaba en una difícil situación. No podía aceptar una propuesta del PP a las primeras de cambio tras haberse encerrado en Barredo con el PSOE. Todo arrancó cuando Piqué le dio al egoísta sector eléctrico la libertad para comprar carbón de fuera y luego anuncia que hay que cerrar las minas

-¿Qué herencia ha dejado aquel acuerdo?

-Es el mejor plan de la minería del carbón que se ha firmado nunca. Se diseñó inspirándonos en el plan de Hunosa 1991-1993, pero haciendo extensible a toda la minería. Además, por primera vez aparecen los fondos mineros. Pienso que resultó clave el hecho de que en el Gobierno del PP hubiera dos ministros de gran peso como Cascos y Rato. Hay que reconocer que Cascos gobernó con sabiduría aquella negociación.

-¿Se han cumplido las expectativas generadas entonces?

- Posiblemente no estuvimos finos y cometimos errores. Hubo cosas que no hicimos bien.

-¿El proceso de reindustrialización es uno de los objetivos fallidos a los que hace referencia?

-Se hizo un esfuerzo considerable. Los mineros dimos ejemplo de lo que significa estar comprometidos con un territorio, actuando con gran solidaridad. Nos esforzamos todo lo que pudimos, pero no acertamos.

-Explíquese.

-Se destinaron muchos recursos para recuperar una economía seriamente castigada debido a la dependencia del monocultivo del carbón. Fue un error y debemos aprender la elección. En el actual entramado económico un Gobierno no está en condiciones de pilotar el proceso de reindustrialización de un territorio concreto. Simplemente resulta inviable. El dinero empleado, más que para servir a la reindustrialización, ha servido a la especulación. Si los recursos que logramos han terminado en los bolsillos de los que promovieron iniciativas como Alas Aluminium a Venturo XXI, más hubiera valido dejarlos en manos del Estado, que les hubiera dado mejor uso.

-Le noto algo desencantado.

-El primer plan general fue un gran logro, pero pronto vimos la dificultad que conllevaría la gestión de los fondos mineros. Los sindicatos hicimos una gran labor negociando, pero no estábamos capacitados para decidir sobre inversiones. Quién era yo para decir donde había que hacer una carretera, no tenía sentido. Desde un primer momento defendí que el mejor ámbito de gestión era el parlamento regional, aunque hubo gente en IU que no quiso saber nada al considerar que se trataba de dinero sólo para las Cuencas, cuando Gijón, Oviedo y Avilés se beneficiaban también.

-¿Qué piensa ahora de los fondos mineros?

-Fueron un gran logro y han servido para mejorar la calidad de vida en la región, pero he dejado de creer en ellos. Es triste, pero es así.

-¿Qué habrá hecho pues hace veinte años con los conocimientos que tiene ahora?

-Hubiera intentado impedir por todos los medios el cierres de cualquier explotación minera. Hay razones estratégicas y económicas que respaldan este planteamiento. El que diga que era un requisito impuesto por la Unión Europea miente como un bellaco

-¿Entonces tampoco es cierto que ahora España esté obligada a cerrar las minas no rentables en 2018 como dice la UE?

-Bruselas es sólo una justificación de los gobiernos para no asumir su soberanía en la defensa del carbón. Insisto en que España tiene razones de peso para mantener, si así lo decide, abiertas las minas.

-¿Qué opinión le merece el segundo plan minero, firmado con el PSOE?

-Es una mala copia del primero. Personalmente no comparto sus contenidos y, además, no se ha cumplido lo pactado. Pero como no lo negocié yo prefiero no ser más preciso, hay que ser respetuoso.

-¿Qué le viene a la cabeza si le nombro a Josep Pique?

-Fue un Ministro efectivo.

-¿Álvarez-Cascos?

-Sobre todo fue resolutivo. Es justo decir que fue muy sensible con los problemas de la región

-¿Carlos Solchaga?

-Era un político bastante desafiante y agresivo.

-¿Fernández Villa?

-Es mi amigo, una persona entrañable y siento por él una enorme afinidad y simpatía que ha ido creciendo con el paso del tiempo. Considero a José Ángel una persona con unos principios muy sólidos.