"Soy de la cuenca minera y llevo a Asturias en el corazón. Cuando viajé a México pintaba con recuerdos de esta tierra y cuando volví lo hacía con recuerdos de allí", aseguró ayer el pintor, grabador y escultor langreano Miguel Ángel Lombardía, en su visita al IES Santa Bárbara de La Felguera. Una treintena de estudiantes de Plástica de primer y cuarto curso de ESO del centro asistieron a la charla, en un aula en la que se mostraban varias de las obras en las que trabajan los alumnos.

Lombardía les mostró, con ayuda de un proyector, uno de sus cuadros, que plasmaban los Talleres del Conde. "Lo pinté con 14 años, por la noche, desde Las Tejeras, con la ayuda de un amigo, que alumbraba con una vela", indicó el artista, que mostró a los estudiantes también varias de las obras de la serie "La mina". En ellas muestra el interior con "sufrimiento y dolor" ya que refleja los accidentes, "una imagen que desgraciadamente fue habitual en nuestra zona", dijo Lombardía, que también acercó a los estudiantes a la serie "Despojos".

Los alumnos de primer y cuarto curso de ESO contemplaron en el proyector la imagen de la escultura "El minero universal", que se muestra en Mieres. Lombardía también destacó que tras haber ganado más de 40 concursos, en 1972 decidió dejar de participar en ese tipo de certámenes. "Sigo experimentando", aseguró el artista langreano, al que los alumnos de Plástica del IES Santa Bárbara de La Felguera le hicieron numerosas preguntas para finalizar la charla.

A ellos les explicó que su paso del "realismo a la fase impresionista fue un cambio natural", apuntó. Y a una de las estudiantes, que pinta desde que era niña, le dio un consejo, que "trabaje mucho en esto" y que estudie. Los alumnos se interesaron por sus proyectos actuales y siguieron con interés el relato de Lombardía sobre cómo surgió la idea que dio como resultado el cuadro de homenaje a las víctimas del atentado terrorista contra las torres gemelas de Nueva York el 11 de septiembre de 2001. "Estaba comiendo y vi aquella tormenta de fuego sobre los dos edificios que me sobrecogió y me fui al estudio", señaló. El pintor nacido en Sama trabajaba entonces en "unas flores más alegres", pero las abandonó para centrarse en unas "calas blancas y transparentes como si fuesen espíritus que buscasen desaparecer", dijo. El resultado fue una obra de seis metros de largo. Sonó el timbre y, a pesar de que con él tendría que concluir la clase impartida por Miguel Ángel Lombardía, hubo tiempo aún para varias preguntas más de los estudiantes.