Entender la historia y formar, a la vez, parte de ella. Así se sintieron las personas que participaron en una visita guiada por los barrios de La Felguera en busca de pistas sobre las viviendas que han dado forma al distrito langreano desde la segunda mitad del siglo XIX. La visita estaba enmarcada en las II Jornadas del Patrimonio Histórico de Asturias, que ya recalaron el año pasado en La Felguera, en un recorrido propuesto por la historiadora Mónica García Cuetos en torno al Pozo Candín. Este año el testigo fue recogido por el langreano Oscar Rodríguez Cavielles, licenciado en Geografía e Historia, experto en turismo y autor de la reciente publicación "El paisaje minero del Valle del Samuño".

La ruta comenzó en el kiosko de la Música del Parque Dolores F. Duro, eje de la centralidad de los comienzos de urbanización del núcleo. En un tono didáctico y muy cercano, Cavielles resumió casi seis décadas, las que fueron desde la llegada de Pedro Duro, el rico "bróker" hecho a sí mismo en busca de rentabilidad para su dinero, hasta la construcción del Barrio Urquijo a finales de la segunda década del siglo XX. Por el medio, La Felguera empieza a tener una básica configuración urbana, con la construcción de la iglesia, el mercado y un pequeño jardín, en torno a los cuales se establecen las viviendas burguesas que ocupan también los laterales de la carretera de Oviedo. Un elemento a tener en cuenta, porque "si ahora nadie quiere vivir al lado de la carretera, en aquellos momentos era un síntoma de confort y modernidad" en palabras del experto justo delante de las tres viviendas unifamiliares que se conservan en buen estado, manteniendo una de ellas actividad farmacéutica. Enfrente está la casa del empresario minero Manuel Suárez "El Cabritu", aunque solo se mantiene la fachada. Unos metros más cerca de la fábrica se encuentra un bloque de viviendas rehabilitado, pero manteniendo la esencia de balcones. En ese edificio vivió el poeta Dámaso Alonso, miembro de la Generación del 27.

Y llega el momento de las barriadas, solución habitacional para el aluvión de trabajadores que llegaban a La Felguera en busca de trabajo seguro. Para Oscar Rodríguez, el listón quedó muy alto al principio porque, a finales de la segunda década del siglo XX, se construyó el Barrio Urquijo, proyectado por el prestigioso arquitecto Enrique Rodríguez Bustelo. Bloques diferenciados y equipados con elementos asociados ya a la línea de salubridad e higienismo que comenzaba a aparecer en Europa. Por eso, recordó que las casas de Urquijo fueron las primera viviendas con agua corriente en Asturias.

Unos síntomas de modernidad que se vieron frustrados por el golpe de estado militar en 1936 que llevó a incruenta una guerra civil y a una dictadura de casi cuatro décadas. Un dato determinante en el itinerario propuesto por las Jornadas y que se convirtió en motivo de la siguiente parada, la del Barrio de La Concordia, actual nombre del Grupo Francisco Franco que en la postguerra acogió a la nueva remesa de ciudadanos que ya no provenían de la comarca, sino que mayoritariamente eran de otras regiones del país.

Oscar Rodríguez recalcó que la comparación con el Barrio Urquijo era inevitable, saliendo perdedora la barriada "porque sus elementos arquitectónicos son más simples, baratos y con menor calidad, obligando a hacer profundas rehabilitaciones cuatro décadas después". En la parada también hubo tiempo para recordar el nombre popular con el que es conocida, "Barriada del Gochu" en alusión al cerdo que se trajo una familia a su nueva casa. Un animal del que siempre se habló, pero que nadie vio, como el monstruo del Lago Ness.

La baja calidad de materiales es un elemento que comparten las siguientes barriadas, pero en el caso del Grupo San Pedro, inaugurado en 1953, "se intenta disimular dándole apariencia más regia, como las edificaciones en grandes ciudades y edificios público con influencias de la arquitectura imperial española del Siglo de Oro". En esta parada, hizo una crítica a la rehabilitación de los años noventa que eliminó los jardines interiores y los sustituyó por una plaza cementada.

La lluvia, intensa por momentos, se convirtió en nueva acompañante al llegar al Barrio Candín. Pero no solo la lluvia, los vecinos de los barrios comenzaba a observar al grupo, conformado mayoritariamente por personas de Langreo, Mieres y Oviedo. Si duda, unos sorprendidos espectadores de lo que estaba pasando a su alrededor, sin saber que las casas en las que viven forman ya parte de la historia. Es el caso de las casas de los ingenieros del Nitrógeno, cómo no, ubicadas también en la carretera de Oviedo.

La persistente lluvia no amedrentó al grupo que se adentró en el Molín del Sutu, el espacio que según Oscar Rodríguez, "quedó al margen de todo plan urbanístico, lo que motivó una mezcla de uso, desde el agrícola al industrial, compartiendo terreno con las viviendas". La ruta saltó quinientos metros más allá hasta llegar a Langreo Centro, el modelo de urbanización y construcción del siglo XXI y que ocupa los antiguos espacios fabriles como la fábrica de ladrillos refractarios en la que ahora hay un hotel spa de cuatro estrellas. Y tras dos horas y media, la visita volvió al origen, el parque en el que se ubica la estatua de Pedro Duro, obra de Jerónimo Suñol.

Las jornadas vuelven a Langreo en las próximas semanas, en concreto el sábdo1 de julio la ruta "De Ciaño a La Nueva", el 8 de julio "El patrimonio del Valle del Candín" y el 13 de julio, "El paisaje minero del Valle del Samuño". Todas estarán guiadas por Oscar Rodríguez Cavielles. Y continúan el resto de verano en otras localidades, ya que están organizadas por los Ayuntamientos de Castrillón, Langreo, Laviana, Oviedo, Gijón, el Gobierno del Principado de Asturias y la Universidad de Oviedo. El aporte científico corresponde al Colegio de Arquitectos de Asturias, la Asociación de Fuentes Orales para la Historia Social de Asturias, la Asociación Cultural y Minera Santa Bárbara, Gecuna, el Grupo de Estudios Vindonnus y Desarrollo y Gestión Cultural Pozu Espinos.