El cierre de las térmicas alimentadas con carbón provocará un fuerte incremento de la factura de la luz. De hasta el 15% en algunos momentos del año. Así lo advirtió ayer el ministro de Energía, Álvaro Nadal, durante una comparecencia en el Congreso de los Diputados. La reflexión llega, además, en plena polémica por la decisión de Iberdrola de poner el candado a su instalación de Lada y a la de Velilla del Río Carrión (Palencia) para luchar contra el cambio climático, medida que ha pillado totalmente a contrapié a los trabajadores, que no se esperaban un golpe seco como este a tan a corto plazo.

De hecho, la generación eléctrica de las centrales de carbón repuntó este año con fuerza. Lo hizo debido a la fuerte caída de la actividad de las plantas hidráulicas por la pertinaz sequía de este verano y de las primeras semanas de otoño. También pincharon las eólicas, probablemente por unas razones muy similares.

Así, en el mapa energético español la actividad de las centrales que consumen carbón, como la de Lada, subió en conjunto un 39,5% hasta septiembre, en comparación con los primeros nueve meses del año pasado, según las cifras que maneja Red Eléctrica Española (REE). Mientras que la de las hidráulicas retrocedió un 49%, y la de las eólicas bajó un 9,8%. Otras de las que están viviendo buenos momentos son las de ciclo combinado, que incrementaron su trabajo un 42,6%.

Las cifras vienen a reforzar los argumentos de quienes defienden que el carbón aún debe de tener un papel protagonista en la generación energética de España, al menos durante los próximos años, mientras no se logre modernizar y hacer más rentable la producción de las plantas a base de energías renovables que parece que aún no están preparadas para ponerse al frente de esta producción eléctrica.

En el caso particular de la térmica de Lada, los sindicatos aseguran que, de hecho, la central estuvo mucho tiempo enchufada a la red durante estos últimos años y suministrando, por tanto, energía al complejo puzzle energético español. Según algunos cálculos, la instalación langreana viene superando ampliamente las 4.000 horas conectada. Este año se volverá a superar esa cifra, destacaron los representantes sindicales.

A mayores, Álvaro Nadal añadió también durante su intervención en el Congreso que el cierre de las centrales nucleares españolas acarrearía un incremento del precio de la luz del 25%. Lo señaló en respuesta a una pregunta de la parlamentaria de Unidos Podemos Ione Belarra sobre la pobreza energética. Se da la circunstancia que esta misma formación política había apoyado, junto con el PSOE, una moción en la que se instaba al resto de grupos políticos a adelantar el cierre de las térmicas de carbón a, por lo menos, el año 2020. Mucho antes de lo que propone la Unión Europea (UE) que apuesta por una descarbonización del continente no tan brusca y en que energías como las generadas a base de carbón puedan convivir con las renovables durante unos cuantos años hasta que la transición energética se complete.

Mientras eso llega, se mantiene el pulso entre Iberdrola y el Gobierno. El presidente de la eléctrica, Ignacio Sánchez Galán, aseguró ayer, durante una entrega de premios en Madrid, que respetará las reglas que el imponga el Ejecutivo para cerrar sus centrales de carbón de Lada y Velilla. También puntualizó que no es la primera vez que la empresa cierra una de estas instalaciones. Lo hizo el año pasado, clausurando la mayor que tenía el mundo y que se alimentaba con ese mineral. Estaba ubicada en Longannet (Escocia).

Las palabras de Galán llegan después de que el Ministerio haya dado un nuevo impulso a su decreto para regular el cierre de estas centrales, ampliando las exigencias.