Iberdrola, propietaria de las térmicas de Lada y Velilla (Palencia), no cede en su plan de clausurar ambas instalaciones, pero se mostró ayer dispuesta a alargar un poco la vida de estas plantas. Al menos, tres años más. Hasta 2020. Así se lo transmitió el presidente de la eléctrica Ignacio Sánchez Galán al ministro de Energía, Álvaro Nadal; al presidente del Principado, Javier Fernández; y al de Castilla y León, Juan Vicente Herrera. La empresa anunció a principios de este mes su intención de cerrar ambas plantas de forma inmediata dentro de su política de potenciar las energías verdes frente a las más contaminantes.

Las tres administraciones -dos en manos del PP y la tercera, la de Asturias, del PSOE- plantearon una posición común y sin fisuras frente a las pretensiones de la eléctrica. Trasladaron al presidente de Iberdrola que las plantas son fundamentales para el tejido industrial de sus comarcas, que eran rentables económicamente para la eléctrica y pidieron que, si la compañía había decidido deshacerse de ellas por razones de política medioambiental -como así reiteró Iberdrola- las saque a subasta y se las venda a otras empresas del sector que estén interesadas en su explotación.

Sin embargo, el presidente del gigante eléctrico no mostró ningún interés en vender ninguna de las dos plantas, que se alimentan de carbón de importación, sino exclusivamente en cerrarlas para reducir sus emisiones a la atmósfera. La firma remarcó su "compromiso" con el medio ambiente.

"La empresa no quiere vender. Se ha mostrado totalmente refractaria", declaró el ministro Álvaro Nadal tras la reunión que se prolongó por espacio de casi tres horas. "Hay falta de flexibilidad por su parte", insistió, pero reafirmó la voluntad del Gobierno de continuar tramitando el Real Decreto -"que no le gusta nada a Iberdrola" apuntó el ministro- que impediría el cierre unilateral de plantas eléctricas cuando éstas son rentables. El borrador de este decreto, que incluso podría acabar convirtiéndose en Ley si el PSOE lo apoya en el Parlamento, recoge que, en el caso de que una empresa quiera deshacerse de una planta rentable, saldría a pública subasta entre otros agentes del sector dispuestos a explotarla a precio de central cerrada. El proceso de achatarrado y limpieza medioambiental, en el caso de Lada y Velilla, rondaría un gasto conjunto de treinta y cinco millones. "Entendemos que siempre sería mejor vendérselo a otro operador, pero Iberdrola no está de acuerdo. Son dos empresas viables y deberían poder venderse en subasta", afirmó Álvaro Nadal.

El ministro de Energía asistió a la rueda de prensa arropado por los presidentes autonómicos para reafirmar la unidad de las administraciones. Javier Fernández, que apoyó explícitamente las declaraciones del ministro Nadal, recordó que "las centrales que queman carbón operan por debajo del precio de las de gas" y lo relacionó con el interés de Iberdrola por cerrar estas dos centrales. "Si las empresa quiere deshacerse de las térmicas de Lada y de Velilla, que las saque a subasta", concluyó.

El presidente de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, se mostró incluso más agresivo que su homólogo asturiano con Iberdrola, "una empresa de la que ya conocemos su prepotencia en Castilla y León", afirmó, recordando el reciente cierre de la nuclear de Garoña. Herrera reconoció la libertad de las empresas para tomar sus propias decisiones pero recordó que "la política energética corresponde al Gobierno de la nación". Sobre la supuesta apuesta por las energías renovables que Iberdrola esgrime como causa del cierre, Herrera fue rotundo al afirmar que "nadie tiene el monopolio de lo verde. Igual lo que pretenden es sustituir una energía por otra para ganar más".