Misael Fernández Porrón fue ante todo un maestro de escuela. Proyectaba su formidable chorro de voz llenando la estancia sin aparente esfuerzo, con la afabilidad de quien no necesita gritar para hacerse escuchar. Su inconfundible eco se escuchó en el Ayuntamiento de Mieres durante muchos años, en especial entre 1995 y 2003, periodo en el que fue alcalde del concejo. Ayer su voz se silenció para siempre, aunque su huella será difícil de borrar. Será para siempre el regidor que impulsó el campus de Barredo. Sin duda ese fue su gran logro político, aunque le tocó participar en otros momentos históricos, como la inauguración de la Autovía Minera.

Fernández Porrón falleció ayer, unos días antes de cumplir los 69 años y tras padecer una grave enfermedad. Además de haber sido alcalde de Mieres durante dos mandatos, fue posteriormente director general de Deportes, entre 2007 y 2011. Previamente a su trayectoria política tuvo una larga carrera como maestro, pasando por colegios de Zureda (Lena), Sotiello (Aller) y Ujo antes de recalar en el centro Santiago Apóstol de Mieres, donde dejó un imborrable recuerdo llegando a ser jefe de estudios. Paralelamente desarrolló una intensa labor social, llegando a ser presidente de la asociación de vecinos de San Pedro.

El fallecimiento de Fernández Porrón no pilló ayer por sorpresa al PSOE asturiano, ya que era conocido que su estado de salud era malo desde hace tiempo debido al cruel avance de la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) que se le diagnosticó hace unos dos años. Aún así, la tristeza abatió a toda la estructura del partido. El exalcalde de Mieres siempre fue una persona querida y respetada en el seno de la familia socialista. Poco amigo de disputas, de intrigas políticas, destacó siempre por su seriedad y rectitud, como ayer destacaron los que fueron sus compañeros.

El presidente del Principado, Javier Fernández, fue buen amigo de Fernández Porrón, con vínculos personales desde la niñez. "Fue un alcalde magnífico, excelente en su paso por la gestión pública y también al frente de la dirección general de Deportes. Siempre le tuve un gran respeto político y un enorme aprecio personal, pues coincidimos, siendo niños, en la Academia Lastra. Destaco su facetas en la actividad pública y añado algo que se dejaba notar también en ella: era, sobre todo, ante todo, una buena persona, de esas con las que uno tiene la suerte de encontrarse en la vida".

El Ayuntamiento de Mieres decretó ayer tres días de luto. Las banderas lucirán a media asta como señal de respeto. El actual alcalde también mantenía una larga amistad con Porrón : "Nos conocíamos y nos teníamos aprecio desde mucho antes de que yo me imaginara que una día acabaría en la política y en el despacho que él previamente ocupó", señaló ayer Aníbal Vázquez. "Era ante todo una buen persona".

Misael Fernández Porrón, antes de ser alcalde, fue concejal de Cultura. Le tocó dar un paso al frente en un momento muy complicado para la agrupación socialista local , con numerosas discrepancias en el seno del partido, y que acabó con la salida del por entonces máximo responsable de la Casa del Pueblo, Juan Vila Borines. Porrón fue la apuesta de Balbino Dosantos, por entonces responsables comarcal de UGT, para apaciguar los ánimos y reconducir al partido. Aunque por muy poco, la maniobra le salió bien al PSOE, que logró en 1995 salvar la alcaldía por un puñado de votos de ventaja sobre IU. Fernández Porrón, cuatro años más tarde, lograría reforzar la posición de fuerza del partido ya con un triunfo más holgado. "Fue sobre todo una persona honesta, seria y rigurosa, con una enorme vocación de servicio público", destacó Dosantos.

Pausado y dialogante, Fernández Porrón fue un alcalde con habilidad para llegar a acuerdos con la oposición. Pese a gobernar inicialmente en minoría, logró tejer buenas relaciones en el seno de la Corporación, propiciando finalmente un pacto estable con IU. En el PP, la gran marginado de aquel acuerdo, reconocen la bonhomía del exregidor: "Fue ante todo una gran persona, pero también un alcalde abierto y negociador", señala Beatriz Llaneza, ahora concejala y secretaria general de los populares mierenses, pero que vivió su primera etapa política en la época de Porrón. Pese a las discrepancias ideológicas, Llaneza no esconde su cariño y respeto por el docente fallecido: "Como buen maestro nos enseñó a los jóvenes una forma de hacer política, anteponiendo la educación y siempre mostrando preocupación por los problemas personales de los demás". De lo personal emana también un reconocimiento político: "Fue un buen gestor que logró hacer cosas importantes", remarcó Llaneza al tiempo que quiso trasladar el pésame del PP a la familia de Fernández Porrón.

El legado político de Fernández Porrón tiene su viga maestra en el desarrollo del campus universitario de Barredo. Supo canalizar, con el apoyo de Balbino Dosantos en la sombra, el ilusorio proyecto que alumbró el exrector Julio Rodríguez casi a hurtadillas. El fallecido responsable académico quería impulsar una ampliación universitaria en Mieres, pero para ello era condición innegociables que se financiara con fondos mineros. Porrón hizo suyo el proyecto con tal entusiasmo que el rector acabó cenando en unas fiestas de San Juan en casa del alcalde. Al final, se invirtieron más de 130 millones de euros.