Xabier Azkoitia, responsable de Voluntariado y del Servicio de Atención Espiritual del madrileño Centro Asistencial San Camilo, estuvo en la Casa de Cultura de La Felguera para impartir una nueva conferencia dentro de la Semana Social que anualmente organiza la parroquia de San Pedro. La charla versó sobre "El anciano y la familia" y contó con la colaboración del club LA NUEVA ESPAÑA de las Cuencas. El párroco José Antonio Couso glosó la intensa trayectoria profesional de Azkoitia y destacó que "es Licenciado en Teología, Filosofía y Psicología, Máster en Counselling, Máster en Duelo y Posgrado en Cuidados Paliativos Multidisciplinares".

"Tal vez habría que cambiar el título de esta charla, y sustituir la palabra 'anciano' por viejo", declaró el ponente al comienzo de su intervención. Y es que, según indicó "parece que nos da miedo llamar las cosas por su nombre y que decir viejo es algo casi malsonante, cuando en realidad se trata de una palabra bellísima". Y es que, según explicó, "viejo" proviene del término latino "veterus" y así se denominaba "a los soldados que conseguían sobrevivir después de varias batallas y la vida no deja de ser una batalla constante".

Por otra parte, Azkoitia aseguró que "nuestra sociedad afronta el hecho de envejecer con prejuicios y estereotipos que dictan que a partir de los 65 años nos convertimos en seres limitados, frágiles y enfermizos, que pierden su sexualidad y que no aportan nada a los demás". Sin embargo, si conseguimos verlo de otro modo, envejecer puede ser "una bendición". El experto reclamó la necesidad de "vivir el proceso de envejecer como un tiempo de crecimiento, apertura y oportunidad", al tiempo que dejó patente que "no es malo cuidar ni llegado el caso dejarse cuidar, porque eso no te convierte en una carga".

Y es que, según expresó, "tenemos idealizado el hecho de ser independientes. En realidad todos somos dependientes y vulnerables desde que nacemos y por otra parte, tampoco es cierto que el envejecimiento tenga que vincularse necesariamente a la enfermedad". Dejó claro que envejecer conlleva una pérdida de identidad porque "pasamos de ejercer una profesión a ser jubilado y de ser padre a abuelo, algo que no sabemos muy bien como afrontar". De todo ello ha de darse cuenta la familia, que además debe hacer los cambios necesarios "para que quien envejece encuentre su lugar, sin olvidar que el anciano es una fuente de conocimiento y sabiduría".

Por último, recordó que la vejez es una etapa en la que se sufren pérdidas importantes, económicas, de pertenencia y sobre todo de seres queridos. "El duelo es un proceso natural de adaptación y no podemos olvidar que a partir de cierta edad se viven duelos constantemente". Para ayudar a afrontar esa situación, Azkoitia reclamó la necesidad de huir del proteccionismo, "invitando a quien lo sufre a expresar sus sentimientos, miedos y esperanzas y sobre todo a mirar hacia el futuro, porque hay que morir estando muy vivos".