El paso fugaz de una nube puede sugerir una forma, un rostro o un pensamiento. En el caso de Julio José Rodríguez ha dado para mucho más. Los cirros, nimbos, neblinas y cúmulos fotografiados desde las ventanas de su casa de Sama, día tras día, han servido de soporte gráfico para las palabras que configuran el centenar de relatos breves que componen "Huida del museo y otros textos", la "primera y última obra literaria de creación" de su autor. "No quería que quedara ni una esquina en blanco", explica Rodríguez. No todas las páginas tienen nubes como telón de fondo. También hay varias ilustraciones de la pintora Ángeles Fernández García, de formas abstractas pero en las que hay alusiones figurativas inspiradas en el relato que acompañan.

El gusto de Rodríguez por las nubes viene de lejos, de cuando estudió interno en León y descubrió un cielo inmenso, tan alejado de la atmósfera constreñida por montañas y castigada por los humos de las fábricas del Langreo de su infancia. "Las nubes estimulan la imaginación, pero también creo que son un paso para acercarse al arte abstracto", reflexiona Rodríguez. Ángeles Fernández asiente. "Esas nubes son un poco la inspiración de las formas abstractas, pero de colores oscuros, que están plasmadas en la portada", afirma la pintora.

Julio José Rodríguez -director de la revista "Rey Lagarto" y colaborador de otras muchas publicaciones, entre ellas "LA NUEVA ESPAÑA"- es autor de los libros "Un siglo de teatro en Langreo", "Cien años haciendo historia: Sociedad de Festejos y Cultura San Pedro" y "Espejo de un siglo: La Montera, 1912-2012", así como coautor de varios títulos más. "Huida del museo y otros textos", es su primera obra de creación. "Este es el libro que habría querido escribir con veintitantos años, pero yo trabajaba en el banco, en una constructora y en "La Voz de Asturias" y no tenía tiempo para más. En cualquier caso, no había sido el mismo libro porque ahora está sometido a las experiencias personales del camino; es una obra en la que me reconozco".

El volumen, a juicio de su autor, es "un magma" en el que conviven pensamientos propios con hechos reales o deliberadamente deformados: "Hay cosas que me hubiera gustado que pasaran y otras que ocurrieron, pero no necesariamente de esa manera. Son experiencias e ideas pasadas por el tamiz de la autoficción; la literatura es un útil de trabajo que permite fusionar y repartir sueños y realidades". Relatos, en definitiva, libres, con abundantes referencias al cine, la pintura, la música y la literatura, y con un cierto punto "pesimista" derivado del paso de los años. Todos ellos breves, alguno incluso lacónicamente exiguo, como el titulado "Historia de una vida muy larga", que enarbola como argumento ocho palabras: "Vive. Piensa. Siente. Ama. Duda. Lucha. Escribe. Muere". El libro también ha supuesto un desafío formal para su autor, precisamente, por la necesidad de ser breve y condensar los pensamientos: "Yo estoy acostumbrado a moverme en parámetros largos en la extensión de los textos y aquí ha supuesto un reto ser más analítico por esa brevedad".

"Huida del museo y otros textos", prologado por el escritor David Martínez Vallejo, es un libro muy visual -"casi cinematográfico", expone su autor- en el que las ilustraciones de la pintora Ángeles Fernández García cobran especial protagonismo. Esos dibujos acompañan a "Huida del museo" (que da título al libro), "El piano de Ana", "Pulmones sin yugo", "La radio y Concha García Campoy", "El peluquero pintor" y "En piazza Navona". Los trazos abstractos envuelven líneas y colores que dejan entrever el suelo azulejado del museo, unas teclas negras, una cavidad torácica, unas ondas viajando por el aire, unos cabellos abandonando un cabeza y el agua de una fuente. "Los dibujos son básicamente abstractos, pero hay una figuración mínima alusiva al contenido de los relatos. Puede que no se vea al principio, pero está ahí", explica Ángeles Fernández.

Quizá, si se cumple lo que su propio autor profetiza, "Huida del museo y otros textos" sea la "primera y última obra literaria de creación" de Julio José Rodríguez. No habrá relatos impresos sobre las páginas de un nuevo libro, pero permanecerán flotando en el aire. A buen seguro que las reflexiones, como las nubes, no se detendrán.