Pedro RAMOS

Valladolid - 1

Real Madrid - 4

El Real Madrid supo reponerse del golpe que supuso su eliminación de la Liga de Campeones con una goleada en Valladolid. Los blancos, tras un flojo arranque en Zorrilla, estuvieron pletóricos en ataque y sacaron a relucir su enorme pegada en un partido duro, con muchas faltas y con polémico arbitraje de Mejuto González. El colegiado asturiano dejó sin señalar dos posibles penaltis a favor de los pucelanos, ambos de Sergio Ramos, el primero por patada a Nauzet y el segundo por mano, y tampoco vio una clara agresión de Nivaldo sobre Cristiano Ronaldo, al que le clavó los tacos, en una acción por la que debió ser expulsado.

Pese a la goleada final, no comenzaron las cosas bien para el Real Madrid. Pellegrini cambió ligeramente el equipo con respecto al que empató el pasado miércoles frente al Lyon. Al margen de Kaká, que, lesionado, no viajó a Valladolid, los blancos presentaron tres novedades. Así, volvieron Marcelo y Xabi Alonso, que no pudieron jugar, por sanción, ante los franceses, y fue titular Van der Vaart, relevo natural de Kaká. En el banquillo se quedaron Guti y Garay, lo que obligó a recomponer la defensa con Arbeloa en la derecha, Ramos en el centro y Marcelo en la izquierda.

Pese a este lavado de cara, el Madrid salió al terreno de juego sin la tensión necesaria y eso que conocía que el único resultado posible para mantener el liderato era la victoria, tras el triplete logrado por Messi en el Nou Camp. Fue el equipo modesto, el Valladolid, el que al principio presionó más y mejor, sin dejar jugar a las estrellas madridistas. Los de Pucela incluso pudieron inclinar la balanza a su favor a las primeras de cambio de haber visto el árbitro un posible penalti de Sergio Ramos sobre Nauzet. Con el partido enredado en el juego duro, bronco durante muchos minutos, el Real Madrid no buscó portería hasta que se habían sobrepasado los veinte minutos de juego. Fue Sergio Ramos en doble remate al saque de una falta. Esta acción a balón parado fue toda una premonición. Porque el equipo blanco iba a romper el partido precisamente a balón parado.

Primero fue Cristiano Ronaldo con un obús marca de la casa ante el que Villar nada pudo hacer. Y después fue Higuaín quien remató a placer tras un servicio impecable de Van der Vaart en otro saque de falta, e iniciaba así su camino hacia un triplete con el que quiso emular a su compatriota del Barcelona, Leo Messi. En medio de esos dos goles que sirvieron para abrir el melón, el Valladolid, y concretamente Pelé, también quiso tener su minuto de gloria a balón parado con un lanzamiento de falta al que respondió Casillas con reflejos para tocar y desviar hasta el poste. Fue la diferencia entre el grande y el pequeño. Los pucelanos habían merecido mejor suerte, pero los madridistas golpearon con más contundencia. Aunque para golpe el que se llevó Cristiano Ronaldo en un pisotón de Nivaldo que debió suponerle la expulsión -dejó los clavos marcados en la pierna del portugués-, pero que el colegiado asturiano Mejuto González no vio.

Menos mal que el descanso y el resultado calmaron los ánimos. Y para enfriar aún más el ímpetu de los locales, Higuaín lograba pronto el tercero de la noche, segundo de su cuenta, poco antes de que Sergio Ramos cometiera su segundo penalti por una mano que no vio Mejuto.

Con el partido completamente encarrilado, el Real Madrid disfrutó de sus mejores minutos y ni siquiera se alteró por un gol en propia puerta de Albiol, porque de nuevo Higuaín dejaba las cosas en su sitio para darle al equipo blanco una victoria balsámica que le permite reponerse del golpe del Olympique y seguir en el liderato.