Ángel María Villar, presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) desde 1988, encara desde ayer su séptimo mandato con más fuerza que nunca, sin oposición, con el fútbol español en todo lo alto y con perspectivas aún más ambiciosas en el horizonte.

Después de 24 años en la presidencia, Villar volvió a recibir el contundente respaldo de la asamblea (161 votos a favor de 167 posibles), tras un mandato en el que ha visto a la selección coronarse campeona del mundo por primera vez y en el que ha sabido conciliar diferencias de etapas anteriores.

Hombre de lealtades y convicciones, constante e incansable, Villar puede presumir de ser el presidente más antiguo del deporte olímpico español y el mejor situado internacionalmente.

Primer español en alcanzar una vicepresidencia en la FIFA, la que ocupa desde 2002, también es vicepresidente de la UEFA, en la que su nombre suena como relevo de Michel Platini si éste se embarca en la aventura de suceder a Joseph Blatter, que acaba mandato en 2015.

Villar, licenciado en Derecho, ingresó en 1998 en la FIFA, Federación en la que preside los comités de Árbitros y Legal y es miembro del Comité Organizador de la Copa del Mundo. También es vicepresidente de la UEFA desde julio de 2000 y forma parte del ejecutivo desde junio de 1992.

Antes de su etapa como dirigente, Villar (Bilbao, 21 de enero de 1950) jugó once años en el Athletic (1970-1981) y en 1978 debutó en la selección, con la que jugó veintidós partidos.

Tras ser elegido presidente de la Territorial Vizcaína en 1986, su llegada a la RFEF se produjo en julio de 1988 en sustitución de José Luis Roca. En aquellas elecciones obtuvo 216 votos por 182 del otro candidato, Eduardo Herrera, presidente de la Andaluza.

En 1992 fue reelegido con 125 votos a favor de 127 emitidos; en 1996 ratificado con el respaldo de 131 votos de los 150 asambleístas, y en 2000, de nuevo sin oposición, comenzó su cuarto mandato con el apoyo de 137 de los 143 votos emitidos, cuatro nulos y dos blancos.

Las elecciones de 2004 llegaron en el momento más convulso para él, ya que el despido del secretario general, Gerardo González, provocó una denuncia del vicepresidente de la Liga Profesional, Javier Tebas, por uso indebido de fondos públicos. La causa quedó archivada y Villar volvió a ganar las elecciones de 2004, con 98 votos a favor frente a 78 para Gerardo González, e inició un quinto mandato en el que nació una plataforma opositora liderada por Mateo Alemany, ex presidente del Mallorca.

Para su siguiente reelección en 2008 ganó un pulso a la Administración. Aunque el CSD, presidido por Jaime Lissavetzky, no contemplaba autorizar el retraso en las elecciones, finalmente dio luz verde tras escuchar la advertencia del presidente de la FIFA, Joseph Blatter, sobre posibles represalias a España por injerencia. Con la Eurocopa ganada y con la oposición desmontada, la asamblea le otorgó 144 votos de 165 posibles para prolongar una presidencia que ayer lo ratificaba con el respaldo de 161 de los 167 votos posibles.