Habíamos quedado en que el Sporting va haciendo la goma, por usar el argot ciclista, a lo largo de esta temporada que se acerca peligrosamente a su fin. Tras el empate de Bilbao, la distancia con los rivales que están salvados se ha elevado de nuevo a seis puntos, que ya son puntos, si se añade, además, el punto del coeficiente que se tendrá perdido con el Villarreal cuando los levantinos pasen por el Anfield del Piles, que se apresta ahora a hervir el sábado a partir de las seis de la tarde cuando se inicie el duelo definitivo ante el Zaragoza, que no se rinde. Los mensajes de su entrenador, Manolo Jiménez, parecen haber dado algún resultado y un equipo que parecía condenado está mostrando un ansia ejemplar por quedarse en la máxima categoría del fútbol español, que parece su sitio natural, como lo es del Sporting, en contra de lo que se creen algunos desavisados que apuestan inútilmente por que el club nació en el año 2008. Las brigadas anticlementistas nacen con la primavera, alimentadas por algunas sentinas a las que estaría feo señalar.

A lo mejor son las mismas que no acaban de descubrir quién dio la orden en el Real Madrid de guardar silencio sobre el extraño partido de Villarreal, por usar la denominación de origen de Butragueño, que la está liando más de lo que está. Porque ha dicho que el silencio es cosa del cuadro técnico y de los jugadores. Mourinho ha desmentido que él tenga nada que ver en la medida, algo que no se lo cree ni su agregado de prensa, Eladio Paramés, portador del telefonillo desde el que se lanzan los mensajes de Twitter que se ignora sin son del dueño del aparato, del entrenador o del propio club. Las brigadas tienen trabajo a destajo, aunque se ve que no saben cómo desarrollarlo con el éxito soñado.

Pero las cuestiones cercanas son las que urgen ahora. La llegada del Zaragoza, que ha sido capaz de ganar al Valencia y al Atlético de Madrid, es el gran desafío que tienen los rojiblancos. Tras la decepción ante el Mallorca, ante el que se sufrió una derrota de las que de verdad hacen daño en el puntaje ya que no en el ánimo como quedó patente en San Mamés, la victoria del sábado es la más necesaria del presente ejercicio futbolístico. O el Sporting gana el partido o puede ir entonando la canción de despedida que prefiera. Pero el empate de Bilbao oxigena el ánimo de las buenas gentes rojiblancas que vieron al equipo rebelde ante la derrota, entero ante un rival de postín y consciente de lo que está en juego.

Por cierto, si pregunto, molesto: ¿a quién se refería Lotina en la madrugada de ayer cuando confesaba que había seguido muchos entrenamientos de Marcelo Bielsa en Bilbao, pero que nadie se enteró porque ni avisaba de su presencia ni se dejaba ver? Lotina parece un tipo soso, pero atesora una retranca envidiable. A lo mejor las enseñanzas de Bielsa le están sirviendo para enderezar la marcha de un Villarreal que ha sido menguando como la luna. Ahora resulta que el Villarreal es el gran rival para el trío de colistas entre los que está el Sporting, que se niega a quedarse en uno de esos puestos tan desairados para su historia.