Santander, Víctor RIVERA

Los lazos que trababa Manuel Preciado eran tan sólidos que más que amigos hacia familia. Los papeles dicen que su hijo, Manu; su mujer, Arancha; su hermana, Ana, y su madre, que prefiere seguir en segundo plano, son la familia real del técnico, pero hay muchos más. Ayer a El Sardinero acudieron 10.000 para rendir tributo a un entrenador que se hacía querer. Las aficiones del Racing y del Sporting, enemigas íntimas aunque condenadas a entenderse en los últimos años, completaron ayer un último pacto para elevar a los cielos la ovación más grande.

La memoria de Preciado marcó los prolegómenos del choque. La federación de peñas sportinguistas y la agrupación de peñas racinguistas celebraron un homenaje en la sede de esta última, en una esquina de El Sardinero, en la que entregador distintas placas a Manu y se rezó un padrenuestro dedicado a Preciado.

Ya dentro del campo, la megafonía fue marcando el camino del homenaje. Comparecieron primero un gaitero asturiano y otro cántabro que tocaron la solemne «Marcha de Antón el Neñu». Después salieron los futbolistas acompañados de unos niños que hicieron pasillo a la familia del cántabro. Y poco a poco fueron compareciendo representantes de los equipos por los que pasó Preciado que quisieron rendirle tributo. Linares, Alavés, Murcia, Levante, Mallorca, Villarreal y Gimnástica de Torrelavega se unieron a Racing y Sporting para ir entregando sus atributos a los familiares del técnico.

Fue después cuando la megafonía pidió a todos los aficionados que se dejaran la garganta en la mayor ovación posible, porque a Manuel Preciado no le gustaba el silencio. Los 1.500 rojiblancos entonaron entonces la canción con la que habían animado a su ídolo durante seis años, mientras en la esquina de las juventudes verdiblancas animaban a su manera. Para eso no hubo acuerdo. Quizá ya no vuelva a haber más pactos en Llanes, pero ninguna de estas dos aficiones olvidará nunca a Manuel Preciado.

Luego, tal como habían solicitado las peñas, El Sardinero volvió a atronar en el minuto 55 del encuentro, un número que representa los años que hubiera cumplido el técnico el pasado martes si su enorme corazón no le hubiera fallado. El videomarcador de El Sardinero proyecto su imagen amable y permitió que se volviera a oír la voz cascada y aguardentosa lanzado un mensaje de optimismo; invitando a vivir y a disfrutar la vida en una curiosa paradoja de un mensaje que llega del que ya no la puede disfrutar. El último pacto de Sporting y Racing fue por ti, Manolo.