Avilés,

Myriam MANCISIDOR

Marcelino Vaquero González del Río, conocido en el mundillo deportivo por «Campanal II», es un deportista digno de la antigua Grecia. Con una trayectoria sembrada de éxitos en los campos de fútbol y las pistas de atletismo, Campanal pasea el nombre de Asturias allá por donde va. Fue con 23 años el primer capitán asturiano de la selección española de fútbol y ahora, con 81, suma ya un centenar de victorias en campeonatos de atletismo de veteranos. Las dos últimas medallas de oro las consiguió el pasado julio. Demostró, una vez más, que carece de rivales. Por sus éxitos, además de su constancia y entrega a la actividad deportiva, Marcelino Vaquero ha sido elegido «Asturiano del mes» de julio de LA NUEVA ESPAÑA.

El «hombre de hierro» que en su día hizo temblar a Di Stéfano forjó su leyenda en una adolescencia de frenesí atlético en las calles del Avilés de posguerra. Nació en Gijón en febrero de 1932, donde su madre, Margarita, se había casado con Ovidio, futbolista del Sporting. Al morir su padre fusilado en Paracuellos del Jarama, la familia Vaquero González del Río se asentó en Avilés. Regentaba el restaurante Casa Campanal, en la calle de Cabruñana. Así llegó a la ciudad un hombre ahora octogenario que está considerado el mejor deportista avilesino de todos los tiempos y uno de los mayores talentos de la historia del deporte asturiano.

Antes de Campanal II existió no obstante Campanal I, Guillermo González del Río (1912-1984), también avilesino y jugador del Sevilla, donde su gloria de máximo goleador y de miembro de la delantera «Stuka» continúa intacta. Es precisamente González del Río quien se lleva a su sobrino «travieso y amante de todos los deportes» a la capital hispalense. Allí debutó Marcelo Campanal en Primera División en diciembre de 1950, en el actual campo del Sánchez Pizjuán ante el Athletic de Bilbao. Al bisoño futbolista avilesino le tocó marcar al internacional Iriondo. En su segundo partido, ante el Atlético de Madrid, dejó en evidencia a otro internacional: Juncosa.

Nacía así la leyenda. Su velocidad, su increíble capacidad de salto y su colocación convirtieron al avilesino en el mejor central de la Liga. Se retiró tras la temporada 1968-1969 en el Real Avilés. Coqueteó luego con el tenis y se alió finalmente con el atletismo, su otra gran pasión y actual fuente de oros. Desde su retirada no ha pasado un día en el que Marcelo Campanal haya dejado de hacer deporte. La constancia le ha valido un sinfín de medallas.