Quizá no sea el punto más brillante de la temporada, pero el empate en Murcia dejó un sabor dulce para la expedición rojiblanca. El Sporting se trabajó un punto que pudo ser una victoria, a poco que De Burgos Bengoetxea hubiese valorado la palomita del central Truyols o que Lekic hubiese redondeado su buena actuación con un cabezazo más certero en la ocasión que cerró el choque. Aun así, el Sporting valora el empate ante un rival que llegó más y mejor, en un campo complicado y tras remontar el gol inicial en una nueva concesión defensiva.

De las muchas maneras que hay de empatar, la de ayer no fue de las peores. Es cierto que se esperaba un poco más de presencia ofensiva en un Sporting que traía una buena inercia y cuyos futbolistas presentan unas credenciales con muchos más méritos que las de sus rivales. Fue un mal día para algunos futbolistas llamados a ser importantes en este equipo y su debilidad lastró al conjunto. Los problemas comenzaron por atrás y alcanzaron a todo el equipo. A todos, salvo a Lekic.

El Sporting llegó a Murcia con la ausencia de su principal referencia ofensiva. Por esas cosas ridículas que tiene el fútbol, Scepovic anda haciendo bolos con su selección, mientras que el equipo que le paga se juega los cuartos ante un duro rival. La plaza quedó bien cubierta. Lekic llegó al Sporting para ser importante y va ganando protagonismo en cada aparición. Tres goles en los últimos tres encuentros han supuesto cinco puntos para el Sporting. Ayer le faltó abastecimiento, ante la incapacidad del equipo para situarlo en situaciones de remate, así que el serbio tuvo que buscarse las habichuelas. De un saque de banda rival Lekic sacó el gol del empate. Primero intuyó el error de Molinero, luego se deshizo de Dos Santos con una facilidad insultante y finalmente definió con eficacia ante un indefenso Casto.

Cada aparición del serbio fue sinónimo de peligro. Nacho Cases le puso el primer balón en condiciones avanzado ya el segundo tiempo. Fue una pelota en largo para que Lekic se fajase con los dos centrales a los que ganó la partida. En el arrastre se llevó también a Casto y consiguió sacar un disparo que se iba directo a la red. Truyols, central ofrecido en Mareo el pasado verano, respondió con una palomita digna de un portero de nivel. Un penalti clamoroso que vio todo el campo y que De Burgos Bengoetxea, otro mal árbitro, casero donde los haya, que ya es decir, no se atrevió a señalar.

Le faltó a Lekic la guinda que tuvo en su cabeza. La última jugada del partido, en una falta sacada por Carmona, le brindó la ocasión soñada. El balón le llegó blando y el serbio, que a pesar de su corpachón se maneja mejor con los pies que con la cabeza, no atinó a darle la fuerza necesaria para superar a Casto.

Antes de este atracón final, el Sporting sufrió de lo lindo. Especialmente, en la primera media hora del segundo tiempo. Con sus laterales desbordados y el sistema defensivo haciendo aguas, Cuéllar sacó las castañas del fuego. Tampoco es que el Murcia apabullase por su juego. Fue más una sensación de agobio que un aluvión de ocasiones. Quizá por todo eso el Sporting se marchó moderadamente satisfecho de la Nueva Condomina. No todos los equipos van a empatar en Murcia y, aunque es cierto que la primera victoria a domicilio se sigue resistiendo, también lo es que el Sporting se mantiene en la zona alta de la clasificación.

La anunciada sorpresa de Sandoval no apareció por ningún lado. La mayor novedad fue la variante táctica que supuso que Nacho Cases diese un paso adelante, dejando a López Garai como pivote único por delante de los centrales. El vizcaíno lo agradeció y pareció encontrarse cómodo. Todo lo contrario que el gijonés, que ayer estuvo varios puntos por debajo de lo que se espera de él. Decir que no funcionó Nacho Cases es tanto como decir que el Sporting se atascó. La pelota no les duraba a los rojiblancos, que no encontraban la forma de hacerla llegar al espacio territorial de Lekic.

El lastre fueron las dudas en defensa. El Murcia se adelantó con demasiada facilidad, en una jugada que no parecía tener mayor recorrido. El partido se ponía cuesta arriba, ante el entramado defensivo dispuesto por Velázquez. El conjunto pimentonero llegaba a defender, sin ningún pudor, con una línea de cinco y dos pivotes. En ataque lo fiaban todo a la asombrosa capacidad para el remate de Kike García y a la velocidad de sus extremos. Tres buenos argumentos, sin duda.

Con eso bastó para hacer sufrir al Sporting. Fue un mal día para Lora, Canella y Mandi. El equipo reculó y pasó buena parte del segundo tiempo protegiendo a un Cuéllar que tuvo que intervenir más de lo esperado.

Hasta que una de las pocas apariciones de Nacho Cases lanzó a Lekic y se produjo la jugada que debió cambiarlo todo. El clamoroso penalti no señalado se suma a una larga lista de agravios sufrida por los rojiblancos en sus desplazamientos de esta temporada, que les ha impedido ocupar una posición más preeminente en la clasificación. El Sporting ha salido ileso de un campo complicado, en el que pudo perder, pero en el que debió ganar si hubiese habido justicia. Quizá por eso el empate supo bien.