Si al aficionado llanisco le cuentan que se su equipo acabó ante el Colunga con Jorge y Aitor Tornavaca en los laterales, Diego Arias de pivote, Pascual por delante y con dos delanteros, puede pensar que el cronista ha enloquecido o escribe bajo los efectos de sustancias alucinógenas. Pero no, lógico o surrealista, así terminó el Llanes: sumido en el caos, a merced de las contras sin puntería del Colunga y rezando para que el incomprensiblemente olvidado Armas enchufara alguna. No sucedió y una vez más la decepción invadió una grada cansada de ver como se dilapidan puntos ante rivales en teoría asequibles y solo se da la cara en los choques de alcurnia.

La primera mitad local fue infame. Ni un tiro a puerta ni un acercamiento peligroso ni presión adelantada. Nada de nada. A los 20 minutos, Matías agarró un zurdazo desde el borde del área, imparable para Lastra, y a renglón seguido se desató la tormenta "Félix" y no se jugó más hasta que Zucu en la segunda parte dispuso de una gran ocasión que Lastra envió a córner. La salida al campo de Prieto tuvo efectos beneficiosos, y en la única dejada con sentido de Rodríguez, el cabraliego aprovechó para empalar con la derecha y lograr un empate que puede darse por bueno pues el choque enloqueció y el Colunga pudo sacar rédito si Naya no desperdicia una clarísima. Lo dicho, empate y gracias.