Oviedo

A finales del verano de 2008, antes de que la crisis financiera internacional se transformara en la Gran Recesión, el diario económico británico «Financial Times» metió en el mismo saco a las economías portuguesa, italiana, griega y española y las agrupó bajo el acrónimo «Pigs» (cerdos en la lengua de Shakespeare). El rotativo reprodujo entonces esta opinión que levantó gran revuelo: «Hace ocho años, los cerdos llegaron realmente a volar. Sus economías se dispararon después de unirse a la eurozona (...) Ahora los cerdos están cayendo de nuevo a tierra».

Entre esos cuatro países, anticipaba ya entonces «Financial Times», tres presentaban, entre otros, un rasgo común que delataba el riesgo de caer en una recesión profunda: España, Portugal y Grecia tenían, y aún tienen, un elevado déficit por cuenta corriente, mal económico que viene a suponer que tales países necesitan del exterior (dinero, bienes y servicios) mucho más de lo que venden o prestan fuera de sus fronteras. Una señal de menor competitividad.

Esa carencia es una de las que anteayer apuntó Almunia cuando afirmó que España, Grecia y Portugal comparten «problemas comunes». Las tres economías coinciden en otros dos rasgos: sus cuentas públicas están en dificultades, como las de otros muchos países afectados por la recesión, y en los tres casos también los organismos internacionales auguran que la salida de la recesión va a ser muy complicada y requerirá de reformas «dolorosas» en materias de gasto público, pensiones o mercado laboral.

Grecia, bajo estrecha vigilancia de la UE por la mala calidad de sus cuentas públicas y los riesgos para el euro, está transitando por la crisis con una tasa de paro de apariencia razonable -en torno al 10%, frente al 18% español- y la caída de su PIB no ha sido muy intensa. Pero de Grecia desconfían hasta las autoridades comunitarias, que ya en 2004 descubrieron que el país había hecho trampas con los números para sortear la disciplina presupuestaria y no quedar fuera del euro. El anterior Gobierno del derechista Caramanlis también intentó maquillar un déficit público que, con el socialista Papandreu -en el poder desde octubre- ha escalado al 12,7%, 1,3 puntos por encima del español. Pero mientras en España el endeudamiento público está ahora en el 55,2% del PIB (inferior a la media europea), el griego supera el 112% y las agencias de «rating» han calificado las emisiones de Grecia como «bonos basura». España mantiene un «rating» propio de una economía altamente solvente. Portugal tuvo un 9,3% de déficit en 2009 y su deuda pública equivale al 77% del PIB.

Ayer, tanto el gobierno español como el portugués, liderado por el socialista José Sócrates, reaccionaron contra las palabras de Almunia y marcaron distancias con Grecia, donde Papandreu intenta recuperar crédito económico bajando salarios de los funcionarios, subiendo impuestos y ampliando la edad de jubilación. Los sindicatos griegos preparan varias huelgas.