Madrid, Agencias

Marcelino Camacho, fundador de Comisiones Obreras (CC OO), viejo comunista, veterano de la lucha contra el franquismo y actor destacado en el guión de la construcción de la democracia española, fue despedido ayer por una multitud, como suele hacer la izquierda con sus líderes más queridos y como suele hacer Madrid con quienes, como Camacho, se van dejando en gente de toda condición política la impresión de haber perdido a alguien verdaderamente importante. Entre esa multitud, sindicalistas, políticos, intelectuales, familiares y amigos reivindicaron desde la Puerta de Alcalá el ejemplo de lucha y coherencia de Marcelino Camacho, fallecido en la madrugada del viernes a los 92 años de edad.

Fue un día de despedida sobre fondo rojo. Los compañeros de Camacho en el PCE y los cuadros y militantes de CC OO -organización estatutariamente independiente, pero con un origen indisociable de la labor de los comunistas españoles en la clandestinidad- desplegaron banderas y símbolos y corearon consignas como «¡Marcelino vive!» o «¡La lucha continúa!».

La escritora Almudena Grandes hizo de presentadora en la liturgia laica de la Puerta de Alcalá, lugar de significado en la vida de Marcelino Camacho, donde protagonizó discursos y movilizaciones. Marcel Camacho, hijo del metalúrgico soriano que dirigió CC OO hasta 1987, repasó la vida de su padre. «Su lucha no hubiera sido posible sin otra luchadora a su lado», aseguró en alusión a Josefina Samper, viuda del sindicalista, que recibió emocionada los aplausos del público. Samper recordó las que, aseguró, fueron últimas palabras de su esposo: «Si uno se cae, se levanta inmediatamente y sigue adelante».

El secretario general de CC OO, Ignacio Fernández Toxo, destacó el «legado insuperable» que el histórico sindicalista ha dejado, así como sus «enseñanzas que se deben proyectar hacia el futuro». «CC OO es tu gran legado a la sociedad española democrática», añadió Toxo, elegido como líder de Comisiones en 2008 con el apoyo del propio Marcelino Camacho. Toxo agradeció las muchas muestras de condolencia recibidas, entre ellas las de la Familia Real, momento en el que un grupo de asistentes le interrumpió con abucheos.

Fernández Toxo recordó, asimismo, que el «sueño» del fundador fue un sindicato unitario. «Desafortunadamente, no se cumplió», lamentó. Y elogió además la decisión de Camacho de dimitir en 1981 como diputado del PCE. «Demostró que se puede seguir defendiendo los intereses de los trabajadores desde una organización independiente», expuso.

Sonó la «Internacional» para despedir a Marcelino Camacho al final de un acto presidido por una gran pancarta con unas conocidas palabras del sindicalista: «Ni nos domaron, ni nos doblaron, ni nos van a domesticar». Su féretro fue conducido después entre aplausos hasta el cementerio civil de La Almudena.