Oviedo, José Luis SALINAS

Las negociaciones entre la dirección de Arcelor-Mittal y los sindicatos entraron ayer en punto muerto. Ambas partes mantuvieron una reunión en la sede de la multinacional en España (en el distrito madrileño de Villaverde) para buscar un acuerdo sobre el recorte de costes que ha puesto sobre la mesa la empresa, pero el encuentro sólo sirvió para poner de manifiesto lo alejadas que siguen las posturas.

La siderúrgica juzga esencial recortar un 25% los costes laborales aplicando recortes salariales y modificaciones de jornada, y ha dado de plazo a las centrales hasta el próximo día 31 para llegar a un pacto. En otro caso, volverá sobre la mesa la aplicación unilateral del ajustes, mediante los mecanismos de la reforma laboral. Los sindicatos aseguran que hay líneas rojas que no se pueden cruzar, como modificar los turnos de trabajo, y además condicionan el acuerdo a un compromiso de puesta en marcha el horno alto «B» de Veriña (Gijón) -parado a la espera de que la demanda de acero vuelva a repuntar- y a que se asegure el futuro de las factorías españolas.

Los portavoces sindicales criticaron el poco «talante negociador» de la empresa. Según uno de los sindicalistas que participaron en la reunión, «Arcelor ha cedido muy poco en sus pretensiones desde que comenzamos a negociar». Los sindicalistas acudieron a la reunión de ayer con ánimo de una negociación larga para avanzar hacia el acuerdo. Pero, criticaron, el encuentro apenas duró un par de horas «por el inmovilismo de la empresa».

El responsable de UGT, Alberto Villalta, explicó que «los sindicatos hemos dejado bien marcadas las líneas rojas que no queremos que la empresa traspase, y la compañía también ha puesto las suyas». Los sindicatos entienden que Arcelor tendría que comenzar a ceder en algunas de sus pretensiones, que consideran «excesivas».

La empresa ha puesto sobre la mesa, además de una rebaja de los salarios, todo el abanico de posibilidades que plantea la reforma laboral sobre la jornada irregular (flexibilidad para cambiar turnos, vacaciones, descansos, etcétera). También ha planteado partir las vacaciones. Fórmulas que le permitirían reducir al máximo o incluso eliminar la contratación de personal eventual para cubrir las vacaciones de verano, que suponen unos 500 trabajadores.

Los sindicatos, por su parte, ven la negociación como un conjunto. Es decir, consideran que no se puede desligar la ampliación y modificación de jornada que plantea la empresa sin tener en cuenta la congelación salarial o los cambios de turno que también quiere aplicar.

«Sabemos que nosotros vamos a tener que hacer esfuerzos, pero es importante que Arcelor también los haga», destaca Villalta. Lo que más les preocupa a los sindicatos es que el acuerdo, de producirse, no sirva para que el horno alto de Gijón vuelva a arrancar. El representante de CC OO, Ángel Díaz, aseguró: «La empresa no nos ofrece ninguna garantía de que esto vaya a ser así». Más rotundo se muestra Alberto Villalta: «Si no conseguimos que el horno vuelva a arrancar sería un fracaso rotundo», defiende.

Ángel Díaz criticó con dureza la postura que está defendiendo la multinacional en las negociaciones. «No se mueve de su postura y cuando quita de un lado recorta más de otro; la conclusión que sacamos es que no quiere negociar, quiere imponer», denunció. También el líder de USO en Arcelor-Asturias, Pedro Cancio, criticó la actitud de la compañía y aseguró que «nuestra intención es la de seguir negociando hasta el final».

El fantasma de nuevos cierres y ajustes planea sobre las conversaciones. En su última reunión en Luxemburgo, la dirección que preside Lakshmi Mittal trazó un pésimo panorama para el mercado del acero. «Si el último trimestre de este año va a ser malo, el año 2013 será peor», dijo Arcelor a los sindicatos.