La familia Mittal, accionista hegemónica de Arcelor con algo más del 39% de las acciones, retendrá prácticamente íntegra esa posición tras la ampliación de capital que el primer fabricante mundial de acero realizará dentro del primer semestre de este año. La operación está pensada para reducir la deuda del grupo, cuyos niveles de apalancamiento se han disparado en el último año.

Lakshmi Mittal, presidente de Arcelor, anunció el pasado viernes un paquete de medidas financieras para aligerar el endeudamiento de la compañía, de 15.600 millones de dólares a fines de 2015. La deuda neta ha descendido en 100 millones desde diciembre de 2014, pero el deterioro del negocio ha hecho que el ratio de apalancamiento sea notablemente mayor al de entonces. En 2014, la deuda era equivalente a 2,17 veces el resultado bruto de explotación (ebitda), que refleja la marcha del negocio. Al finalizar 2015, el endeudamiento paso a casi triplicar el ebitda, debido por un lado al modesto ritmo de reducción de los débitos, pero sobre todo a la caída de los resultados.

El primer paso de Mittal ha sido una desinversión: revender su participación del 35% en el fabricante español de componentes de automóvil Gestamp a la familia Riberas, accionista principal. Arcelor destinará los 875 millones obtenidos a reducir deuda.

El paso más importante será una ampliación de capital por importe de 3.000 millones de dólares. Los Mittal se han comprometido a suscribirla en un 36,6% (1.100 millones), de modo que el impacto de la ampliación en su posición dentro del accionariado será prácticamente nulo. Esto es, la familia anglo-india seguirá controlado hegemónicamente la compañía con independencia de qué accionistas suscriban los 1.900 millones restantes. Arcelor ha encargado la búsqueda de inversores a Goldman Sachs, Merrill Lynch y Crédit Agricole.

El movimiento de los Mittal delata la necesidad de Arcelor de abordar una reparación de sus cuentas ante los riesgos que implica la elevada deuda. Muestra también que la familia propietaria sigue creyendo en el negocio y conservando, pese a las enormes pérdidas virtuales sufridas por el hundimiento del valor en la Bolsa (más del 56% de caída en 2015), una poderosa musculatura financiera.