Las medidas de la Unión Europea (UE) para intentar frenar la inundación de acero barato chino comienzan a surtir efecto. Así lo aseguró ayer la dirección de Arcelor-Mittal durante una reunión con los sindicatos en Luxemburgo. El gigante siderúrgico señaló que los cortafuegos puestos por el Gobierno comunitario, en forma de aranceles "antidumping", están provocando ya una subida de los precios, lo que unido a la tibia recuperación de la demanda provocará, anticipó la compañía, una mejora del negocio a lo largo de este 2016. Y eso que el año no comenzó con buen pie. La multinacional perdió en los primeros tres meses del año 365 millones de euros e incrementó su deuda.

La UE ha venido penalizando en los últimos meses las importaciones chinas, del mismo modo que también lo están haciendo Estados Unidos o algunos países sudamericanos, para tratar de blindar a la industria local ante la feroz competencia asiática. Entre otras medidas, Bruselas puso en marcha un sistema de vigilancia previa para este tipo de productos, con el objetivo de detectar y poder reaccionar de forma más ágil frente a las prácticas de competencia desleal. Este sistema abre la puerta a penalizar a los importadores incluso antes de que traigan el producto desde China, y requiere analizar producto a producto para conocer cuál daña la competitividad de las plantas europeas antes de aplicar cualquier tipo de arancel.

Lo que ya es irreversible es, según señaló la empresa, el cierre de la planta guipuzcoana de Zumárraga. Eso sí, la multinacional aseguró que los 268 traslados que pretende realizar desde el País Vasco con dirección a las plantas asturianas no afectarán a la contratación de trabajadores eventuales que ya estaba previsto realizar. Los sindicatos aprovecharon la reunión para manifestar su preocupación porque estas recolocaciones pudieran cerrar la puerta a la entrada de jóvenes en la compañía. Todo lo contrario. El responsable de largos de la multinacional, Augustine Kochuparampil, les aseguró que los talleres de Avilés y Gijón tienen mucha necesidad de personal y que, por eso precisamente, se realizaban estos traslados, que complementarán al resto de contrataciones.

Se confirma por otra parte el interés de Arcelor en la adquisición de la gigantesca planta de Ilva en Tarento (sur de Italia), el mayor complejo siderúrgico de Europa. La multinacional reconoció que está en conversaciones con la familia Marcegaglia, antigua dueña de esta instalación capaz de producir diez millones de toneladas de acero. Los directivos explicaron, no obstante, que no se trata de una operación fácil, ya que, aseguraron, si se concretase la compra serán necesarios fuertes desembolsos para realizar mejoras medioambientales en los talleres. La planta lleva dos años en manos del Gobierno italiano por sus múltiples problemas de contaminación. Pero los directivos también destacaron que si Arcelor no adquiere Tarento se corre el riesgo de que lo haga un competidor que complique la posición comercial del grupo en Europa. Una decisión difícil.