El drapeado, la superposición de tejidos y el abrigo fueron los protagonistas, junto a los estampados de Francis Montesinos y el juego colorista de Ágatha Ruiz de la Prada, de la segunda jornada de Cibeles Madrid Fashion Week. «Conceptual», la colección de Victorio & Lucchino, es suave e incluso frágil, pero no racial. La templanza del desfile de Victorio & Lucchino dio paso a la intensidad en rojo y negro de Elio Berhanyer, que ha introducido imponentes hombreras -a veces adornadas con pedrería- en vestidos y trajes de chaqueta, y ha recurrido a brocados, monteras, gorros de goyesca, terciopelos y gasas para vestir a una mujer distinguida.

Roberto Verino ha querido trasladar la versatilidad urbanita de París a sus prendas, funcionales pero delicadas y hechas para resistir los azotes del tiempo. Abrigos y trajes de sastre de alpaca, paño y tweed en vivos verdes, rojos y azules vivos, terminados con sofisticadas plumas e incluso pedrería, al igual que unos plumíferos reinventados que cubren oscuros y sensuales vestidos de noche en seda, chantillí y encaje.

Cerró la jornada un Adolfo Domínguez que mira al cosmos y al futuro para crear piezas de patchwork geométricas de distintos tejidos: pieles sintéticas, bouclé, nailon, lana, alpaca, pelo cortado y sedas, informa la agencia «Efe».

Jesús del Pozo fue el encargado de abrir la segunda jornada con una colección urbanita que apuesta por las superposiciones y la combinación de tejidos dispares. El estampado es el protagonista de la colección del transgresor Francis Montesinos, folclórica e inspirada en el mar, que encontró en una teatral Paola Dominguín a su musa perfecta.

Los motivos marineros lo impregnan todo: vestidos cortos de amplio vuelo, las blusas y los abrigos, al igual que las faldas pantalón de hombre.

Otra aventurera colorista, Ágatha Ruiz de la Prada recurre a los «oversize», los iconos cosidos y vueltos en seda, los aros en los vestidos y los grandes volúmenes.