Oigo decir que todo está muy mal. Se celebra hoy (cuando escribo esto) la Fiesta del Trabajo y se olvidan los sindicatos de celebrar el Día del Ocio. Mañana, aquí en Madrid, también será fiesta. O sea, que desde el 30 de abril al 5 de mayo no se dará un palo al agua, porque el sábado se celebrará la semana inglesa (el «week end»). Tráfico dice que hay millones de automóviles recorriendo playas y montañas con el consiguiente gasto de carburante a más de 100 dólares el barril de crudo.

Al partido del Barça han asistido en Mánchester varios miles de «culés». ¿Dónde está la crisis, la ruina, el caos y la miseria?

Los «chefs de cuisine» españoles son los mejores del mundo mundial. Este mes, por San Isidro, habrá en Las Ventas (a plaza abarrotada) 24 corridas de todos. De 6.30 a 8.30 de la tarde. La carrera de Fórmula 1 en Barcelona estuvo concurridísima aún costando un platal la localidad. Para la prueba de Valencia, en agosto, ya se vende el billetaje y me dicen que internet no da abasto.

¿Quién me ata esta mosca por el rabo?

La fresa de Huelva la han tenido que recoger moros y rumanos inmigrantes. En las plazas de los pueblos manchegos, andaluces y extremeños se sientan al sol jubilados, prejubilados y pensionistas varios. Por el Muro gijonés pasean cientos de ellos. Algunos hasta se permiten jugar a la ruleta rusa esa de comprar sellos y perder millones.

Miles de sportinguistas salen en autobús a Vigo, Salamanca, Ferrol... a ver jugar a su equipo al balón. En los ríos asturianos no quedan plazas en los ríos salmoneros y el campanu se vendió por una millonaria.

Oigo hablar de desaceleración, penuria y crisis.

Esto es jauja, ¿o no?