Ejecutivos encorbatados o catedráticos, como él, circulando en bicicleta. Una estampa habitual en otros países europeos y que a Francisco Bastida, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Oviedo, le gustaría que fuese más común en España. Promotor de la Red de Ciclojuristas, el docente impartió ayer una charla en el centro municipal de La Calzada organizada por "30 días en bici". Allí habló del uso del espacio público y la convivencia entre coches y bicicletas.

-¿Tiene el ciclista protección normativa suficiente para circular junto con el coche?

-No. La protección es insuficiente y la que existe no se cumple. El ejemplo más clásico es el adelantamiento a las bicicletas. No hay ninguna sanción para los coches que no guardan la distancia al hacerlo. Y cuando hay sanción es porque ya ha habido un accidente. Entonces, se analiza si es culpa del conductor por no guardarla. Pero muchas veces se adelanta incorrectamente y es una de las cosas que más echa para atrás a los ciudadanos a la hora de coger la bicicleta. Creo que una política de incentivación del uso de la bicicleta sería vigilar el cumplimiento de las normas que ya existen.

-¿Y haría falta implementar nuevas normas?

-Sí, y el nuevo reglamento de tráfico que se está preparando ya contiene algunas de esas normas, aunque tendría que contener más. Por ejemplo, permitir en ciudad el avance de las bicicletas entre los coches cuando están parados para ponerse al principio en posición de arranque y ser visibles; o que en los semáforos en rojo, cuando son exclusivamente peatonales, se dé preferencia al peatón pero el ciclista pueda saltárselos como si lo tuviese en ámbar. O medidas de pacificación de tráfico, como las zonas 30 en calles de un sólo carril o en el carril de la derecha de calles con más vías.

-¿Qué objetivos tiene la Red de Ciclojuristas?

-Analizamos cambios normativos para proponer, así como sentencias que hay sobre bicicletas y los problemas que hay al respecto... Porque los jueces no andan en bicicleta y a la hora de sentenciar siempre se menosprecia un poco al ciclista.

-Es decir, la jurisprudencia no es alentadora para los ciclistas.

-No, porque continuamente se establece un reparto o concurrencia de culpas. Incluso ahora, la obligatoriedad del casco en ciudad, va a tener un efecto contraproducente. Si un ciclista es arrollado por un coche y va sin casco se dicta concurrencia de culpa. Las compañías de seguros lo usan como argumento. Algunos jueces comienzan a ser sensibles. Porque si, por culpa de un coche un ciclista se cae y se rompe una pierna, no debe incidir si llevaba o no casco. Esas argucias de las aseguradoras tienen que ir desapareciendo. Tenía que haber más sensibilidad en el ámbito judicial con el colectivo ciclista, que es vulnerable.

-¿Qué ciudad prefiere para andar en bici: Oviedo o Gijón?

-No he andado en bici por Gijón, pero son dos modelos distintos. El de Gijón es de ciclismo segregado, porque hay muchas vías ciclistas. Mientras que en Oviedo no hay prácticamente ciclovías segregadas, sino que hay un uso híbrido del espacio público. A la larga esto es mejor, porque las ciclovías crean la conciencia al conductor de que las bicicletas tienen su espacio. Y, en cambio, tan pronto como se acaba el carril bici tienen que circular por el asfalto. Evidentemente la gran ventaja de los carriles bici es la gran seguridad. Pero son muy costosos.

-Usted apuesta por incentivar la bici y desincentivar el automóvil. ¿Es una medida impopular?

-Sí, claro. Es el problema que hay. La gente quiere ir con el coche a comprar tabaco y es un uso desmesurado. Cualquier restricción, ya sea para hacer una peatonalización o para instalar una ciclovía, se encuentra con el enfrentamiento con el conductor, un elemento social muy poderoso. Electoralmente hay un apoyo social al coche y se plantea un dilema: el uso masivo del automóvil es insostenible, pero electoralmente es costoso tomar decisiones que en principio benefician a una minoría, a la de los ciclistas. Pero esa minoría beneficiada no es tanta porque, en el fondo, favorece también a los peatones y en general a toda la ciudad.

-Entonces, hacen falta políticos más valientes.

-Sí, y los políticos miran a corto plazo nada más. "Si a corto plazo esto me va a costar una serie de votos, pues no", piensan. Porque los propios peatones son muy ambivalentes. Cuando son peatones protestan pero cuando cogen el coche del garaje se transforman en conductores y protestan contra peatones y ciclistas. Desde el punto de vista electoral es costoso adoptar medidas que desincentiven el uso del coche. Y entonces se crean políticas contradictorias. Por una parte se hacen ciclovías y se quiere generar un menor uso del coche, pero, por otra, se crean aparcamientos en el centro; con lo cual, hacen un efecto llamada. Una medida importante sería no dejarse amilanar en ese dilema y tomarse en serio la movilidad sostenible. Que, por ejemplo, salga más barato ir en taxi al centro que aparcar allí o apostar por la utilización del transporte público. Por ejemplo, con carriles sólo para el bus y las bicis.