La implantación de las cuotas lecheras en España llegó en los años ochenta del pasado siglo cargada de polémica y, su final, previsto para el próximo año, tampoco está exento de conflictos. Las profundas divisiones de criterio, sobre el modo de hacer frente al final de los cupos, vigente desde hace treinta años, quedaron de relieve, de nuevo, esta semana en Bruselas, a tenor de las posiciones de los ministros de Agricultura de los 28 estados miembros.

Existen dos bandos claramente diferenciados. España, Francia e Italia estiman que las medidas previstas actualmente no serán suficientes ante una crisis importante. "Hay que hacer una reflexión más profunda para poner en marcha instrumentos de regulación de mercado más potentes, que puedan anticipar y paliar las consecuencias de una sobreproducción. El sector requiere precios estables", asegura el ministro español, Miguel Arias Cañete.

El Ministro teme que, ante un panorama sin contingentes, la producción de leche se dispare y que ese exceso de oferta acarree una caída en picado de los precios en el campo. Cañete defiende la puesta en marcha de medidas que ayuden a regular el mercado, a fin de que los ganaderos encuentren un modo de protección, cuando las cuotas dejen de ser la red protectora en la que se han convertido en los últimos años.

Alemania, el Reino Unido y Holanda defienden que los instrumentos previstos actualmente son suficientes para amortiguar la repercusión del cambio de sistema, que, en la práctica, supone liberalizar la producción lechera en la Unión Europea.

En junio, la Comisión Europea presentará al Parlamento y al Consejo un informe sobre el mercado de la leche y el funcionamiento del llamado paquete lácteo, con las medidas propuestas para apoyar a la ganadería lechera europea. Algunos países defienden un "indulto" para los ganaderos afectados por multas por exceso de producción, ya que consideran que carecen de sentido, cuando dentro de un año todo el mundo podrá producir con libertad. El Gobierno español estima que el sector lácteo español encara una serie de fortalezas y debilidades. Entre las oportunidades que aporta el que no existan cuotas apunta la posibilidad de cubrir la demanda interna de leche y la llegada de jóvenes a la actividad. o, entre los riesgos, señala la mayor dificultad en planificar la producción y problemas para aumentar la producción por la falta de disponibilidad de tierras. El sector lácteo asturiano cuenta con 2.500 ganaderos, que se reparten unas 570.000 toneladas de cuota.