Oviedo, E. P.

J. M. C. R., uno de los dos hermanos implicados en el tiroteo que acabó con la vida del joven Gonzalo Fernández García en septiembre de 2008 en un pub de El Entrego, reconoció ante el juez ser el único autor de los disparos y alegó que actuó en legítima defensa en medio de una pelea. Tanto J. M. C. R., de 40 años, como su hermano D. C. R., de 29, se enfrentan desde ayer en la Audiencia Provincial a un juicio con jurado popular. Ambos declararon en la primera jornada de la vista.

La acusación particular, que ejercen la familia de Gonzalo Fernández, solicita para J. M. C. R. 23 años de prisión, 20 de ellos por asesinato y 3 por tenencia ilícita de armas. Para D. C. R. pide un total de 27 años de cárcel, al considerarlo inductor del crimen mientras su hermano sería autor material, según defendió el letrado Miguel Ángel Ybern. Al delito de asesinato se sumarían los de lesiones y amenazas. Además, apunta al dueño del local donde sucedieron los hechos como responsable de imprudencia temeraria por «no impedir la entrada» a los dos hermanos minutos después de la primera pelea mantenida por D. C. R. con la víctima.

Por su parte la fiscalía reclama para J. M. C. R. 17 años de prisión, 15 de ellos como presunto autor del homicidio y 2 por tenencia ilícita de armas. Mientras que considera a D. C. R. autor de un delito de lesiones, que supondría 4 años de cárcel. La defensa de los dos hermanos implicados en el tiroteo en el que falleció el joven Gonzalo Fernández García, de 25 años y natural de Bimenes, alega el eximente de legítima defensa y pide la libre absolución de ambos.

Los hechos se produjeron a las cuatro de la madrugada del 21 de septiembre de 2008 en un pub de El Entrego. El letrado que representa a los dos acusados, Ricardo Álvarez-Buylla, aseguró que en el primer encuentro, cuando D. C. R. entró en el local en el que se encontraba la víctima junto a su novia y dos amigos, fue Gonzalo Fernández quien golpeó primero a su defendido. «Le pegó un puñetazo», tras lo que D. C. R. le lanzó una botella, versión que no comparten los representantes del ministerio público y la acusación particular, que afirman que fue el imputado el que agredió inicialmente a la víctima. Gonzalo Fernández, indicaron ambos, salió en defensa de un joven rumano con el que se había metido D. C. R. El botellazo causó al joven de Bimenes una herida «de cuatro centímetros en la frente», según la fiscalía, mientras que el puñetazo rompió un diente a D. C. R. Este último, tras salir del establecimiento, llamó a su hermano para que acudiese. La fiscalía sostuvo que en ese momento el acusado profería expresiones como que «no sabía quién era él» y «que se iba a enterar» y «que le iba a matar». La defensa señaló, en cambio, que su cliente fue «echado con amenazas graves».

En su declaración, D. C. R. indicó que tras salir del local «casi cayéndome» y «sangrando por la boca» avisó a su hermano «con la intención» de volver al pub a «pedir explicaciones» por lo ocurrido. El letrado que ejerce la representación de la familia del joven de Bimenes destacó que si «como dice salió mareado por qué no llamó a una ambulancia y sí lo hizo a su hermano pidiendo venganza». «No entraron a hablar», añadió la fiscalía. Los dos imputados accedieron al pub, donde estaba la víctima, «armados» mientras que Gonzalo Fernández «se defendió», aseguró la acusación. Para hacerlo, comentó, «cogió lo primero que vio, el tablero de una mesa», que tiene la huella de un disparo.

J. M. C. R., que al igual que su hermano sólo contestó a las preguntas de su abogado y del jurado, señaló: «Yo no fui a agredir a nadie». Explicó que la víctima se «abalanzó» contra ellos y entonces «tiré con la cachava pero no sé si le di». Gonzalo Fernández cogió el tablero de una mesa que, señalaron fiscalía y acusación, utilizó para evitar ser agredido. J. M. C. R. afirmó, sin embargo, que al ver a la víctima con el tablero «cogí miedo y le pegué un tiro en el brazo». Al «verlo con la mesa levantada», comentó, «cerré los ojos y disparé». Esa segunda bala quedó alojada en el cráneo de Gonzalo Fernández, lo que le produjo la muerte horas después. «Si me pega con la mesa me hubiese matado», añadió J. M. C. R.

La defensa sostiene que el acusado portaba una pistola (que no fue encontrada por la Policía) al estar amenazado por otros clanes gitanos. Su hermano D. C. R. se había autoinculpado inicialmente como o autor de los disparos tanto en sede policial como judicial. Ayer se limitó a afirmar que solo los oyó.