La actividad minera podría regresar al concejo boalés, de donde se marchó en 1983. La empresa Sondeos y Perforaciones Industriales del Bierzo, con sede en San Román de Bembibre, provincia de León, ha recibido luz verde desde el Principado de Asturias para realizar sondeos exploratorios en busca de wolframio. Este metal ya fue objeto en Boal de una industria extractiva en dos etapas en el siglo pasado: en los años cuarenta y cincuenta, cuando alcanzó su esplendor, y en los ochenta, cuando la baja rentabilidad hizo que cerrase la mina.

Ahora, Sondeos y Perforaciones Industriales del Bierzo (SPI) llevará a cabo, en el entorno de Penouta, una serie de trabajos geológicos y cartográficos, y sondeos mecánicos para determinar la cantidad de este metal que queda en el interior de la montaña, «y si es suficiente, retomar la actividad minera», según asegura la empresa.

La actividad tan sólo se podría se desarrollar a través de una mina de interior, «ya que el filón es muy estrecho», reconoce SPI. La empresa leonesa asegura que «extraer el wolframio es un proceso sin contaminación», y que «no habrá nada extraño en las instalaciones» en las que se llevará a cabo este proyecto.

El wolframio, también conocido como tungsteno, se utiliza en la fabricación de lámparas incandescentes, resistencias eléctricas y todo tipo de elementos electrónicos.

El regreso de la actividad minera a las faldas de Penouta sería una noticia bien recibida al menos, en lo que a empleo se refiere. En la última etapa, la mina procuraba alrededor de 80 puestos de trabajo directos y era el motor de un concejo que superaba los 3.500 habitantes. Desde su cierre, el descenso de la población ha sido constante hasta llegar a los poco más de 1.800 habitantes con que cuenta ahora.

Valeriano Castrillón trabajó durante siete años en la mina en los años ochenta, la mitad de ellos como guarda de seguridad. «Hace unos dos años ya intentaron recuperar la actividad, pero aquello no salió adelante», se lamenta. «El coste echa para atrás a las empresas, ya que tienen que empezar desde cero, no pueden utilizar nada de lo que está hecho», explica Valeriano Castrillón, que, gracias a su experiencia, afirma que «material sí que hay». Él ve con buenos ojos esta nueva intentona de sacar partido al subsuelo de Penouta: «Vendría muy bien en estos tiempos, porque además de los puestos directos, hay portes, hay obras y más actividad, que puede reflotar un poco al concejo».