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Carbonar propone una rebaja del 30 por ciento en el salario de sus empleados

La empresa, con sede en Cangas del Narcea, estima que sus ingresos caerán un 27% hasta 2018 y pretende trasladar esas pérdidas a su masa salarial

Carbonar propone una rebaja del 30 por ciento en el salario de sus empleados

La empresa minera Carbonar, que desarrolla su actividad en Vega de Rengos (Cangas del Narcea), ha planteado a sus trabajadores una reducción del 30 por ciento en sus salarios en la negociación del nuevo convenio colectivo que se está llevando a cabo estos días.

Carbonar es la única de las minas del Suroccidente de Asturias que quedan en activo que no pertenece al grupo de Victorino Alonso y, hasta ahora, había capeado el temporal con mayor comodidad que sus competidoras en la zona.

Pero las malas noticias no paran de caer sobre el sector del carbón en el Suroccidente de Asturias. Coto Minero Cantábrico (CMC) ha comunicado a sus 274 trabajadores que les aplicará un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) de suspensión a partir del 2 de enero y ahora Carbonar pretende que sus mineros vean reducidos sus ingresos nada menos que en un 30 por ciento. En la empresa trabajan unas 200 personas, divididas entre 79 contratadas directamente, 80 a través de una subcontrata y 40 en una segunda subcontrata.

El argumento que usan los gestores de Carbonar para proponer la rebaja del 30 por ciento en la masa salarial es que, según sus expectativas, los ingresos de la empresa caerán un 27 por ciento hasta el año 2018.

De hecho, la propuesta de rebaja es de un cinco por ciento anual desde el año 2013 hasta 2018. Esto significaría, por ejemplo, que, si se firma este convenio, los trabajadores verían reducido su salario de 2013 en un cinco por ciento, es decir, deberían ese dinero a la empresa, pues ya lo han cobrado a lo largo de todo el año.

No quedan ahí las reducciones que se plantean en esta negociación colectiva. Al igual que sucedió en la mina de Pilotuerto (Tineo), propiedad de Unión Minera del Norte (Uminsa), Carbonar quiere que la jornada laboral comience a contar desde el momento en que el minero está en el tajo y no desde el momento en el que se encuentra en la instalación. Para la mitad de la plantilla esto supondría una hora y media más de trabajo y, para el resto, alrededor de una hora, contando la ida y la vuelta al punto exacto de extracción de mineral.

Además, se bajarían las primas por plena asistencia, por nocturnidad, etcétera a los niveles que se pagaban en el año 2006, y también se les aplicaría una nueva reducción del cinco por ciento cada año hasta 2018. Las horas extras pasarían de estar valoradas en un 75 por ciento de las horas de trabajo ordinarias para pasar a ser tan sólo el cinco por ciento de las mismas. La antigüedad dejaría de contabilizarse en trienios para pasar a ser pagada en relación a quinquenios, lo que sería otra reducción encubierta del salario de los empleados de Carbonar.

En cuanto a aspectos sociales no económicos, una de las propuestas de la empresa es que los cuatro días que se tienen para permisos familiares, normalmente usados en caso de fallecimiento de alguien cercano, sólo se le aplicarían a quien tenga que recorrer más de 170 kilómetros. Estas son las condiciones de partida de unas negociaciones que algunos mineros han calificado como "auténtica salvajada" y, los más comedidos, de "imposibles de aceptar".

Los miembros del comité de empresa, donde es mayoritario el sindicato CC.OO., presentaron una contraoferta a la empresa en la que se proponía aceptar una congelación salarial y una reducción de las horas extraordinarias hasta el 65 por ciento del valor de las ordinarias. De la misma forma, se entendía como aceptable pasar de valorar la antigüedad en trienios a hacerlo en quinquenios. Este convenio se firmaría hasta 2015, y no hasta 2018.

La empresa respondió argumentando que se podría negociar la congelación salarial sólo en el caso de que la reducción llegase al 30 por ciento en 2018. En otras palabras, que podrían dilatar la bajada de las nóminas hasta 2015, pero esta sería más contundente en los años siguientes hasta 2018. Además, la jornada laboral aumentaría en cualquiera de los casos.

Sólo en esos puntos Carbonar aceptó abrir la negociación, pues en los demás, aseguraron a los trabajadores, no habría ninguna flexibilidad sobre las posturas iniciales.

Está previsto que en la siguiente ronda de negociaciones los mineros lleguen con una oferta de reducción del dos por ciento en el salario, que sería un paso más hacia el acuerdo, pero está por ver lo que la empresa cede, si cede algo, en sus pretensiones iniciales. Trabajadores consultados y que prefieren no dar su nombre han mostrado una enorme preocupación por el cariz que está tomando esta negociación. "No estamos como los de Victorino, pero estas medidas de presión tan fuertes indican que la cosa no está ni medio regular tampoco aquí".

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