El portavoz parlamentario socialista López Garrido ha estado hábil cuando se le ha planteado la delicada cuestión de por qué los socialistas vascos apoyan y respaldan la manifestación que Ibarretxe ha convocado para el sábado que viene con el lema «por la paz y el diálogo». ¿Cómo es posible sumarse a la idea del diálogo con ETA? Y López Garrido ha respondido que el diálogo que se propugna es el que deben encontrar los políticos, todos los políticos demócratas, en su lucha contra ETA. O sea, la reforma del pacto antiterrorista, de manera que llegue a obtener el respaldo, por igual, del PP y de los nacionalistas catalanes y vascos. Ahí están las preocupaciones del momento, en la clase política: en hacer visible a la sociedad española que se atiende su reclamación muy extendida de que los partidos se pongan de acuerdo y determinen una política antiterrorista que evite tanto el fracaso del proceso como atentados como el de la Terminal 4 de Barajas...

Ahora bien: ¿cabe recuperar el diálogo con ETA o el diálogo entre los partidos democráticos, uno u otro, o el segundo excluyendo al primero? De momento, el Gobierno ofrece un pacto de mínimos que valga por igual a PP y PNV. ¿Será posible esa conciliación y coincidencia de propósitos, cuando cabe observar la división que ya se anuncia, y que con bastante probabilidad presidirá las manifestaciones convocadas en Madrid y Bilbao el próximo sábado? Una cosa es probable: que con ellas, los socialistas traten de conseguir recuperar tanto la iniciativa como la calle, últimamente en poder de la AVT y del PP, de manera conjunta. De momento, al Gobierno le vendrá bien cualquier tipo de aproximación y entendimiento con otras fuerzas en su política antiterrorista, aunque se coincide en que no será una tarea sencilla, dada la crispación que se había alcanzado en esta materia. Incluso no faltan quienes observan ya, en los primeros movimientos de este nuevo año, un deseo inequívoco del Gobierno socialista por mantener el buen entendimiento con el PNV y con los nacionalistas catalanes, algo que podría dificultad cualquier aproximación a Rajoy y su partido.

Por lo demás, la nueva temporada política da comienzo con tres encuestas de opinión, dos de las cuales son coincidentes en señalar el empate técnico que ahora mismo registran los dos principales partidos. Es evidente que al partido gobernante el bombazo de la T-4 no le favorece, en absoluto, pero tampoco parece que Rajoy se vea catapultado. Es más, señala una de ellas que, en sólo una semana, la imagen del presidente del Gobierno ha empeorado en ocho puntos y su valoración cae a un 5,12 por ciento, mientras la de Rajoy sube al 4,91 por ciento. Sólo cuatro ministros aprueban, en particular De la Vega y Rubalcaba. Los españoles detectan un problema de liderazgo en el PP. Gallardón, Mayor y Aguirre tienen mejor valoración que Rajoy.

Por lo que se refiere a esa tercera encuesta de la jornada, no deja de resultar significativo lo que revela: que casi la mitad de los empresarios respalda aún el diálogo con ETA, el 52 por ciento cree que el fin de la tregua dañará a la economía, y el 62 por ciento dañará a la imagen de España.