Quizás el ascenso de Soraya Sáenz de Santamaría le sirva de apoyo electoral a Paz Andrés Sáenz de Santa María en la recta final de la lucha por el Rectorado de la Universidad de Oviedo -los Sáenz de Santa María, incluso aunque escriban de forma diversa su largo apellido, se consideran todos primos-, pero dudo que le sea muy útil a Mariano Rajoy. Me explico.

Como la genética cuenta, sin duda la nueva portavoz del PP es una persona muy inteligente -por ejemplo, otra prima, asturiana por más señas, fue la primera mujer ingeniera de minas de España-, con cierta inclinación a las heterodoxias -recuerden a aquel doctor Sáenz de Santa María y las primeras polémicas sobre interrupción de embarazos- y con mucho carácter, tal que el general Sáenz de Santa María. Pero ¿es suficiente eso para Rajoy?

Lo sería y de sobra si la nueva portavoz estuviese orientada en el sentido correcto. Pero sospecho que no, que milita impenitente en una de las dos derechas endémicas españolas, la que considera que lo mejor que puede hacer un conservador es dejar de serlo y hasta identificarse y confundirse con la izquierda. Ay, los camaleones.

Ese hondo complejo de inferioridad de buena parte de la derecha patria constituye uno de los dos dramas de España en el siglo XX y aun en el XXI. El otro, la permanente deriva radical del PSOE.

Ahí está el caso de Alcalá Zamora, de la UCD al completo, de la mitad del PP de Aznar...

De Rajoy, ni se sabe. Al menos hasta ahora. Pero cambiar -aunque sea por dimisión irrevocable- a Zaplana, sin duda un clarísimo exponente de la derecha sin complejos -así le han caído palos desde la izquierda- por Soraya, que apunta maneras en el sentido contrario, define al líder.

Contratesis: con la crisis económica desbocada, lo mejor que puede hacer el PP es camaleonismo.