Lo de llamar a las personas, cosas y lugares por su nombre no me parece mal. Al contrario, lo encuentro muy acertado.

Será difícil acostumbrar al personal a la correcta denominación. Como sustituir el Poago de toda la vida por el correcto Puao.

En justa correspondencia dejaremos de llamar Ginebra a Genève, Turín a Torino y Londres a London. Las cartas que recibamos del extranjero ya no han de traer Spain y dirán España con eñe de coño. Como es de razón.

Poco a poco nos acostumbraremos a Ourense, A Coruña y Sanxenxo, a Noia, Alcoi y Xátiva.

Será costoso reciclar toda la papelería oficial, de empresas e incluso las particulares tarjetas de visita. También habrá que cambiar los temas en las oposiciones a Correos, Renfe y la Administración local.

A partir de ahora ya no confundirán algunos Gijón con Jijona al cambiar nuestras «g» y «j» con sendas equis. Salvo que los turroneros también cambien sus dos jotas y el lío se verá multiplicado.

Los más perjudicados serán los carbayones, pues su Oviedo (que tan finolis suena) se verá escrito como Uviéu, que fonéticamente parece muy basto. Tampoco salen bien parados Cudillero, que será Cuideiru.

Ya he comenzado a entrenarme. La próxima carta a mi amigo Enrique Domingo, vecino de Covadonga, será así: Sr. Quicu Mingu, Cuadonga, cangues d'Onís.

Lo siento por el cartero.