Zapatero le dice no a Ibarretxe y Rajoy sí a Gallardón, ¿cabe mayor paralelismo y evidencia del pacto PSOE-PP?

Pues aún buena parte del personal sigue sin enterarse del cambio radical que ha dado el panorama político español tras las elecciones generales del pasado marzo.

El pacto viene de antes. La primera gran prueba del acuerdo fue la sentencia del 11-M. Ni para mí ni para ti.

De todos modos, la sustancia es primaveral. Zapatero liquida la «nueva vía», el grupo que le había aupado al poder, y amenaza con llevarse por delante a Montilla e, incluso, a Chaves. A cambio, Rajoy debe meter en el cuarto de los ratones a todos los aznaristas menos él, claro.

No es cuestión de duros y blandos, derechistas y centristas... ahí está Fraga, el más derechista del PP, de padrino del giro de Rajoy y colocando a su lugarteniente Gallardón -tan de derechas como Fraga o aún más si fuera posible- como número dos del partido.

De lo que se trata es de desarmar al PP para que no se meriende al PSOE porque de lo contrario ZP no completará el giro en curso.

Y el giro consiste en frenar la marea nacionalista que él mismo desató.

España, España, España. Y, además, todos a cerrar filas porque la crisis económica es tremenda.

Como contraprestación, el PP debe renunciar a hacer oposición. Por eso se promociona a Soraya, pura nada, y a Gallardón, que puede ser más derechista que Fraga o más socialista que Bono, según convenga.

Dentro de cuatro años Rajoy, si ha sido bueno, heredará la Moncloa. ¿Es el modelo perfecto?

Es poco democrático, nada digno, porque viene impuesto por los poderes fácticos -a cambio es fiable: ZP no puede volver a engañar a todo el mundo- y tendrá víctimas: la Iglesia. Por algo a las seis horas de recibir el Papa a Rouco y su equipo se anunció la renovación de los periodistas más combativos de la radio de los obispos.

Zapatero le dice no a Ibarretxe y Rajoy sí a Gallardón, ¿cabe mayor paralelismo y evidencia del pacto PSOE-PP?

Pues aún buena parte del personal sigue sin enterarse del cambio radical que ha dado el panorama político español tras las elecciones generales del pasado marzo.

El pacto viene de antes. La primera gran prueba del acuerdo fue la sentencia del 11-M. Ni para mí ni para ti.

De todos modos, la sustancia es primaveral. Zapatero liquida la «nueva vía», el grupo que le había aupado al poder, y amenaza con llevarse por delante a Montilla e, incluso, a Chaves. A cambio, Rajoy debe meter en el cuarto de los ratones a todos los aznaristas menos él, claro.

No es cuestión de duros y blandos, derechistas y centristas... ahí está Fraga, el más derechista del PP, de padrino del giro de Rajoy y colocando a su lugarteniente Gallardón -tan de derechas como Fraga o aún más si fuera posible- como número dos del partido.

De lo que se trata es de desarmar al PP para que no se meriende al PSOE porque de lo contrario ZP no completará el giro en curso.

Y el giro consiste en frenar la marea nacionalista que él mismo desató.

España, España, España. Y, además, todos a cerrar filas porque la crisis económica es tremenda.

Como contraprestación, el PP debe renunciar a hacer oposición. Por eso se promociona a Soraya, pura nada, y a Gallardón, que puede ser más derechista que Fraga o más socialista que Bono, según convenga.

Dentro de cuatro años Rajoy, si ha sido bueno, heredará la Moncloa. ¿Es el modelo perfecto?

Es poco democrático, nada digno, porque viene impuesto por los poderes fácticos -a cambio es fiable: ZP no puede volver a engañar a todo el mundo- y tendrá víctimas: la Iglesia. Por algo a las seis horas de recibir el Papa a Rouco y su equipo se anunció la renovación de los periodistas más combativos de la radio de los obispos.

Zapatero le dice no a Ibarretxe y Rajoy sí a Gallardón, ¿cabe mayor paralelismo y evidencia del pacto PSOE-PP?

Pues aún buena parte del personal sigue sin enterarse del cambio radical que ha dado el panorama político español tras las elecciones generales del pasado marzo.

El pacto viene de antes. La primera gran prueba del acuerdo fue la sentencia del 11-M. Ni para mí ni para ti.

De todos modos, la sustancia es primaveral. Zapatero liquida la «nueva vía», el grupo que le había aupado al poder, y amenaza con llevarse por delante a Montilla e, incluso, a Chaves. A cambio, Rajoy debe meter en el cuarto de los ratones a todos los aznaristas menos él, claro.

No es cuestión de duros y blandos, derechistas y centristas... ahí está Fraga, el más derechista del PP, de padrino del giro de Rajoy y colocando a su lugarteniente Gallardón -tan de derechas como Fraga o aún más si fuera posible- como número dos del partido.

De lo que se trata es de desarmar al PP para que no se meriende al PSOE porque de lo contrario ZP no completará el giro en curso.

Y el giro consiste en frenar la marea nacionalista que él mismo desató.

España, España, España. Y, además, todos a cerrar filas porque la crisis económica es tremenda.

Como contraprestación, el PP debe renunciar a hacer oposición. Por eso se promociona a Soraya, pura nada, y a Gallardón, que puede ser más derechista que Fraga o más socialista que Bono, según convenga.

Dentro de cuatro años Rajoy, si ha sido bueno, heredará la Moncloa. ¿Es el modelo perfecto?

Es poco democrático, nada digno, porque viene impuesto por los poderes fácticos -a cambio es fiable: ZP no puede volver a engañar a todo el mundo- y tendrá víctimas: la Iglesia. Por algo a las seis horas de recibir el Papa a Rouco y su equipo se anunció la renovación de los periodistas más combativos de la radio de los obispos.

Zapatero le dice no a Ibarretxe y Rajoy sí a Gallardón, ¿cabe mayor paralelismo y evidencia del pacto PSOE-PP?

Pues aún buena parte del personal sigue sin enterarse del cambio radical que ha dado el panorama político español tras las elecciones generales del pasado marzo.

El pacto viene de antes. La primera gran prueba del acuerdo fue la sentencia del 11-M. Ni para mí ni para ti.

De todos modos, la sustancia es primaveral. Zapatero liquida la «nueva vía», el grupo que le había aupado al poder, y amenaza con llevarse por delante a Montilla e, incluso, a Chaves. A cambio, Rajoy debe meter en el cuarto de los ratones a todos los aznaristas menos él, claro.

No es cuestión de duros y blandos, derechistas y centristas... ahí está Fraga, el más derechista del PP, de padrino del giro de Rajoy y colocando a su lugarteniente Gallardón -tan de derechas como Fraga o aún más si fuera posible- como número dos del partido.

De lo que se trata es de desarmar al PP para que no se meriende al PSOE porque de lo contrario ZP no completará el giro en curso.

Y el giro consiste en frenar la marea nacionalista que él mismo desató.

España, España, España. Y, además, todos a cerrar filas porque la crisis económica es tremenda.

Como contraprestación, el PP debe renunciar a hacer oposición. Por eso se promociona a Soraya, pura nada, y a Gallardón, que puede ser más derechista que Fraga o más socialista que Bono, según convenga.

Dentro de cuatro años Rajoy, si ha sido bueno, heredará la Moncloa. ¿Es el modelo perfecto?

Es poco democrático, nada digno, porque viene impuesto por los poderes fácticos -a cambio es fiable: ZP no puede volver a engañar a todo el mundo- y tendrá víctimas: la Iglesia. Por algo a las seis horas de recibir el Papa a Rouco y su equipo se anunció la renovación de los periodistas más combativos de la radio de los obispos.