Los cláxones volvieron intensamente a Gijón, señal de que algo bueno había sucedido en el estadio municipal de El Molinón. La afición ha seguido con angustia durante semanas que el Sporting fuera arañando la permanencia en Primera, cosa que se ha logrado finalmente. Creo recordar que era Lázaro Carreter el que decía, más o menos, que la Liga se divide en tres sectores, como la literatura griega: una zona épica, otra lírica y una tercera, dramática.

Evidentemente, ganar el campeonato de Liga es lo épico. De ahí que el entrenador trilaureado del Barça, Pep Guardiola, les ofreciera a sus muchachos, antes del encuentro con el Manchester, un vídeo en el que se fundían las imágenes de los jugadores con secuencias de la película «Gladiador». Esto, en términos estrictos, vendría a ser un puro «kitsch», toda vez que el citado filme es a su vez otro «kitsch» de la trágica épica que narraron Tácito o Suetonio, por ejemplo.

Al parecer, Guardiola le puso a su vídeo estimulatorio la música del aria «Nessun dorma», lo que impidió que la cosa incurriera en un tercer o cuarto «kitsch» (si hubiera elegido, por ejemplo, «La Cabalgata de la Walkirias»).

Total que, mejor o peor, ésta es la épica futbolística y la épica de nuestro tiempo. Ya lo sostenía Hermann Broch: «La expresión mas obvia de una época es mucho más visible en los eventos deportivos que en las obras de arte».

En lo concerniente a la zona dramática de la Liga, basta con referirse de nuevo a lo acaecido en Gijón en las últimas semanas. ¿Qué vídeos podría usar el entrenador del Sporting? ¿El de «Furaco», un oso cántabro en épica conquista de las descarriadas asturianas «Paca» y «Tola»? A saber. Todo muy dramático.

No obstante, ahí esta la permanencia, lograda en el día de la no permanencia de un astillero gijonés, circunstancia que también tiene mucho de dramática. Pero dejemos unas horas para que se degusten los éxitos, que de fracasos vamos sobrados.