Se proyectó durante treinta y tres años, entre 1943 y 1976, de forma obligatoria e ininterrumpidamente en todos los cines de España antes de las películas. Aunque sobrevivió hasta 1981 con carácter voluntario, el régimen democrático y la fuerza de la televisión supusieron el golpe definitivo para este noticiario propagandístico, que ya forma parte del acervo cultural y sentimental de varias generaciones de españoles.

Se trata del «No-Do», acrónimo de «Noticiario-Documental», que, en tiempos de una España aislada y con apenas aliados, se presentaba con este lema: «El mundo entero, al alcance de todos los españoles», para mantener, «con impulso propio y directriz adecuada», la información cinematográfica de todos los sectores de la vida nacional y del extranjero.

En un libro reciente, «Los años del "No-Do"», repleto de documentos, sucesos, acontecimientos sociales y curiosidades, sus autores, Rafael Abella y Gabriel Cardona, justifican el origen de este noticiario por el rumbo que fue tomando la II Guerra Mundial a raíz de la contraofensiva rusa que culminó con la rendición del VI Ejército alemán en Stalingrado.

Desde el momento en que la guerra empezaba a inclinarse a favor de los aliados, la situación política se complicaba para la dictadura, por lo que ya no era aconsejable que en los cines se siguiera proyectando únicamente propaganda bélica del «Eje». Además, los aliados presionaban recortando las ventas de gasolina y alimentos hasta cantidades mínimas, otra buena razón para que el Gobierno español se viera obligado a marcar distancias con los países fascistas, cambiando su declaración de no beligerancia por la de estricta neutralidad e iniciando la retirada de la División Azul del frente ruso. Aunque se siguió con un doble juego hasta que la situación se decantó definitivamente.

Aprovechando también la coyuntura bélica, don Juan (padre del Rey Juan Carlos) escribe a Franco solicitándole la restauración de la Monarquía. Y ante la posibilidad de que los aliados tratasen de poner un régimen monárquico, Franco margina a los generales dinásticos y realiza por esas fechas una gira por las diferentes regiones y ciudades de España para explicar las bondades de su sistema político.

Hubo otros movimientos estratégicos en los últimos meses de la Guerra Mundial. De lo que se trataba era de conservar el poder. Así, tras el desembarco de los aliados en Normandía, en junio de 1944, son expulsados de España los espías nazis y se deja de suministrar wolframio a Alemania. Y Franco sustituye en su despacho las fotografías de Hitler y Mussolini por las del Papa y el presidente portugués, Carmona. Pocas semanas antes, un ministro había trasladado en secreto fondos a Suiza en previsión de que Franco tuviera que exiliarse.

Naturalmente, nada de eso aparece en aquellos censurados noticiarios oficiales, que, sin embargo, constituyen un inapreciable documento histórico, tanto por lo que cuentan como por lo que ocultan.