Esta pasada semana he visto, leído y escuchado muchas cosas que han llamado mi atención y no sabía si hablar de frascos de gel que encogen como si fuesen de pura lana virgen o de edades de jubilación que se alargan como pasillos en la película «Poltergeist». Claro que me bastó echar una mirada a uno de los periódicos nacionales de ayer para decidirme. Se trataba de un artículo en el que se informaba de una de las recientes resoluciones del Tribunal Supremo que rebaja la pena, en cuatro años, a dos acusados condenados por un delito de violación.

Estamos de acuerdo en que la ley hay que aplicarla de una forma impersonal teniendo en cuenta tanto agravantes como atenuantes y en que un juez no puede perder su objetividad, a la hora de dictar una sentencia, por un sentimiento de simpatía hacia una víctima. Pero no es menos cierto que hay palabras que pueden hacer más daño que una bofetada. Según la fuente consultada, el Tribunal Supremo rebajó esa sentencia debido a que en su opinión no hubo retención ilegal ni lesiones a la víctima más allá de «las naturales secuelas que conllevan esas conductas criminales». Es decir que es completamente «natural» dejar inconsciente a la víctima para, con su propio coche, alejarla de la posibilidad de recibir algún tipo de ayuda por parte de unos posibles testigos; es completamente «natural» que esa misma víctima termine con magulladuras por todo su cuerpo y con un importante shock postraumático; ¡ah! y no conviene olvidar que la retuvieron sólo el «escaso tiempo necesario» para violarla varias veces. ¡No si a este paso vamos a tener que darles las gracias!

Y es que yo no dejo de preguntarme cómo se puede ver algo «natural» dentro de una acción tan anti natura como es el hecho de que un ser humano fuerce a otro a mantener relaciones sexuales en contra de su voluntad. No consigo encontrar una respuesta lógica cuando pienso en cómo un magistrado puede definir como «escaso» el tiempo durante el que una mujer está sufriendo vejaciones por parte de unos agresores que la dominan físicamente. Señores magistrados, habrán aplicado la ley «al pie de la letra» y quizá por eso duerman ustedes tranquilos, pero piensen un poquito en el sentimiento de esa mujer y, de paso, en el de todas las mujeres cuando tenemos que oír o leer las decisiones que toman ustedes con respecto a este tipo de delitos y en base a qué circunstancias las toman. Entérense de una vez que no es «natural» violar a una mujer y que, por tanto, nada en este hecho puede serlo por muy corto que sea el tiempo que se emplee en realizarlo. Dejen de vernos, de una vez, como el adorno que se coloca encima del mueble más bonito y que sirve para que vaciemos los bolsillos cuando lo que llevamos dentro empieza a pesarnos demasiado.