El pasado martes, el alcalde carbayón, Gabino de Lorenzo, dio un no rotundo -sin peineta: algo es algo- a la apuesta de capitalidad cultural europea para Oviedo y, el jueves, volantazo y sí a la tentativa de marras. Desde hace semanas, un no repetido a la incineradora que acaricia, casi lujurioso, el Principado y, ayer, zas, sí a la incineradora aún en veremos. Y como el otro día emitió un sí clamoroso al súper mega híper socavón en la calle Uría y territorios adyacentes para pagar la ultra récord macro deuda por «Villa Magdalena», supongo que mañana mismo saldrá diciendo que del furacón de marras, nada de nada y, ya puestos, añadirá que quiere instalar la incineradora en «Villa Magdalena» como proyecto estrella de la capitalidad cultural de Oviedo y...

Como soy un biempensante incorregible, supongo que el Estudiante, el Algarrobo y demás hermanos mártires han perdido el control totalmente. La prueba, de todos modos, la tendremos en nada, porque de ser así el Alcalde los va a enviar de inmediato hasta Nueva Zelanda en busca de los sobrinos del capitán Grant, que deben seguir por allí de pesquisas familiares. Si no, todas las responsabilidades recaerán sobre la X municipal.

Estamos en la previa de un año loco electoral que tiene siempre un gran peligro: la lluvia de ocurrencias pintorescas que se sacan a la plaza pública como cebos para pescar votos. Pues bien, como sospecho le ocurre a la mayoría de los ciudadanos, no quiero oír ni una palabra más de nuevos proyectos cómico-burlescos, ideas churrigueresco-geniales y otros disparates mil.

El poder de Rajoy -como él mismo reconoce- está en su acusada previsibilidad. Nada de improvisaciones, que ahí el emperador planetario e insuperable es ZP. Por eso, cual curandero druida de la política municipal le prescribo desde hoy mismo al alcalde Gabino de Lorenzo tres píldoras de previsibilidad al día -tras el desayuno, la comida y la cena- y prohibidas de raíz todas las ocurrencias.