Estábamos mal, muy mal. Tan mal estábamos que hasta Grecia podría haber venido a nuestro rescate. Por tener, tuvimos hasta nuestro «lunes negro». Los mercados no querían comprar nuestra deuda (misterios de la jerga económica: ¿quién, en su sano juicio, querría comprar una deuda?) y los inversores internacionales especulaban con nuestras desgracias. Paro desbocado, déficit alocado, deuda disparada: destino, el abismo. Ésta era la letanía diaria del «Financial Times» sobre España.

El «Financial Times» es ese diario color salmón que hemos visto a veces en las recepciones de los hoteles de lujo. Si no sabes inglés ni tienes idea de qué cosa son los fondos de inversión, es mejor que no lo despliegues; te sentirás como un marciano que leyera el «Marca». Pero aunque tú ignores al «Financial Times», el «Financial Times» no te ignora a ti. Si dice que tu país va económicamente mal, tu país irá económicamente mal, y tú con él. Las cosas son como son y, además, como el «Financial Times» dice que son.

Y en éstas llegó a Londres la vicepresidenta de Economía y mandó parar. ¿Qué les diría a los del «Financial Times», que al día siguiente publicaron un editorial en el que poco menos que imitaban al Aznar de sus mejores tiempos? España va bien, venían a decir. Cualquiera podría pensar, a bote pronto, que la Salgado les había engrasado las rotativas, pero esto es insospechable de un medio de tanto prestigio. Así que hay que creer que realmente los convenció. Los convenció de que el «plan de ajuste» del Gobierno para sortear la crisis es el adecuado y funcionará. ¡Ah!, exclamamos todos a este lado del canal de la Mancha, ¿pero este Gobierno tiene un plan de ajuste? ¡De las cosas que hay que enterarse por el «Financial Times»!

Desde este suceso, los españoles confiamos menos en el rigor del «Financial Times», pero nos ha entrado una curiosidad loca por las dotes de seducción de la vicepresidenta Salgado. Para nosotros, una cualidad desconocida hasta ahora, pero se ve que la mujer no es profeta en su tierra. Mira la mosquita muerta. Ni Solbes habría sido capaz de una hazaña como ésta, porque en medio de la explicación al staff del periódico le habría saltado la risa. Y se ve que el truco es compartible, porque también el secretario de Estado José Manuel Campa anda haciendo bolos por ahí, distribuyendo con considerable éxito la pócima española.

No sé si esta vicepresidenta será capaz de sacar al país de la crisis con su asombroso plan de ajuste, pero de momento ya ha hecho algo, en una sentada, mucho más difícil, tanto que ni el mismísimo Houdini se habría atrevido a intentarlo: convencer a los del «Financial» de que podrá. Ahora deberíamos pedirle: ¡Salgado, convéncenos a todos!