Creo que ya he hablado sobre el tema porque no me resulta desconocida esta sensación molesta. El pasado domingo se volvieron a manifestar los ciudadanos que, además de ser antiabortistas, están en contra de la libertad del resto de la población. Éste, y no otro, es el motivo real de mi indignación.

Entiendo que hay quien opine que una vez que escribí sobre ello no debería repetir, pero pienso que si los manifestantes repiten motivo, ¿no puedo yo hacer lo mismo? Porque si ellos luchan por que a la mujer se le niegue un derecho por ley, yo lo hago por su libertad de elección y porque me parece una desfachatez que el Partido Popular «amenace» con derogar una ley, aprobada en el Congreso por mayoría, en el caso de que salgan elegidos. Ellos prefieren decir «cuando salgan», matiz semántico que, junto a la «amenaza», utilizan como propaganda electoral. ¿Han pensado alguna vez que la mayoría del Congreso representa a la mayoría del pueblo que la ha elegido?

Aclarando posiciones, diré que mi actitud no defiende el aborto en sí mismo, sino el derecho de la mujer a decidir sobre ella, su cuerpo y su futuro, que no opino que abortar sea la solución más sencilla para la mujer ante un embarazo no deseado, pero que tiene derecho a poder tomar esa determinación bajo el amparo de la ley y de las medidas sanitarias vigentes en el país y, lo que a mi juicio es más importante por sus connotaciones ético-sociales, que una ley que despenaliza el aborto no vulnera libertades porque no obliga a abortar a nadie, mientras que su derogación vulneraría la libertad de todas las mujeres que quisieran abortar.

Señores antiabortistas, piensen que el resto del país no tiene por qué coincidir con ustedes en lo que a creencias religiosas se refiere y que si quitamos la premisa en la que aparecen Dios y la Iglesia católica, un feto no nato (disculpen la redundancia pero no quiero malas interpretaciones) no es aún una persona y, por tanto, no podemos hablar de asesinato. Si ustedes se erigen en defensores de los más débiles, como les he escuchado, ¿por qué no aúnan sus esfuerzos para liberar de la miseria a tantos niños ya nacidos que mueren de hambre cada día? ¿Por qué no hacen esas mismas manifestaciones por los derechos humanos de tantos hombres y mujeres que son torturados cada año por el abuso de poder de sus gobiernos? Ahí tienen a unos seres humanos débiles ante la sociedad y que padecen un dolor real cuando sus cuerpos son pasto del hambre y la tortura. Claro que, para luchar contra estas injusticias hay que realizar verdaderos sacrificios, mientras que para manifestarse contra el aborto sólo hay que vestirse de domingo y salir a la calle en busca de esa cámara perdida que nos capte y que inmortalice nuestra hipocresía. Disculpen las molestias.