Tranquilo fin de semana en el pueblo, con empate rojiblanco en casa, lluvia, nubes y claros, santos de paseo por la calle, acompañados de capirotes y manolas, normal, así como de soldados, tricornios y otros uniformes, nada normal. Esta rara manía de mezclar cosas no deja de ser llamativa: es una típica muestra de contradicción entre palabras -las dichas, las escritas- y hechos. Unos -los jerarcas de la hispana catolicidad- y otros -los gestores públicos- declaran que no tienen nada que ver entre ellos, pero a la mínima se juntan y entremezclan en públicas manifestaciones.

Y mientras por la vereda del mar más cercano paseaban este domingo los últimos santos de esta primavera, declaraban en Roma los más cercanos su adhesión al Papa por lo que, dicen, es una moderna persecución a causa de los curas y frailes que se han propasado haciendo cochinadas a los niños. No se habla de otra cosa. Es verdad que este máximo jerarca católico ha trazado la línea roja de la tolerancia con el asunto y ya era hora. Parece que se confunden en algo primordial: no escandaliza tanto que haya casos de pederastia en el ámbito de la Iglesia -que, efectivamente, las estadísticas cuentan que se dan en un número un poco inferior a otros ámbitos de la enseñanza o las instituciones que trabajan con la infancia- como que los jerarcas los hayan intentado ocultar durante lustros para evitar el escándalo, en claro detrimento de las víctimas. Eso, naturalmente, no es criticar a la institución ni al clero, sino reprochar justamente a obispos y demás prepósitos una actitud tolerante. Así que, puestas las cosas de este modo, cuando el otro día el cardenal Sodano le dijo a Ratzinger que estaban todos con él en estos momentos de tribulación y persecución, bajo sus dulces palabras pareció escucharse una advertencia del tipo cuidado que está vuestra santidad yendo demasiado allá y la cosa se le puede escapar de las manos, ya ve como se está caldeando el ambiente. Pero, a lo peor, es que unos cuantos andamos mal de entendederas y no logramos navegar por los procelosos misterios que parecen unir lo temporal con lo sagrado.

Cada actuación de las personas tiene sus misterios. Huyendo de lo sagrado y universal para descender a lo mercantil y local, hay un misterio muy nuestro y de andar por casa: durante meses, se ha dado una confrontación acerca de quién habría de ser el presidente de la Cámara de Comercio y, al final, los dos contendientes han pactado repartirse el tiempo en la poltrona como buenos hermanos. El misterio ha dejado perplejos a parte de los que apoyaron a uno y otro, tanto particulares como empresas y demás agentes intervinientes. La peculiar solución habrá dejado contento a alguien además de a los dos protagonistas, eso es indiscutible, porque de lo contrario no habría tenido lugar, pero por ser precisamente un misterio, habrá que esperar un tiempo para conocer la identidad de los satisfechos o, en su caso, los beneficiarios.