Hablamos del mal de Grecia y de la difícil situación económica. Un conocido comenta cómo en Portugal, el Gobierno y la oposición han decidido olvidarse de lo que los separa para buscar soluciones que ayuden a sacar del atolladero al vecino ibérico que, como le ocurre a España, se enfrenta a una coyuntura dramática sin precedentes. Otro se acuerda de la Grosse Koalition de Angela Merkel en Alemania, que permitió ponerse de acuerdo a los dos grandes partidos populares y por definición antagónicos en el escenario político desde la fundación de la República de 1949. Un tercero dice que ello sería totalmente imposible en un país como éste, donde el patriotismo y la responsabilidad equivalen generalmente a un exabrupto y a una pose.

La capacidad de sacrificio de la clase política es nula en el peor momento de la historia reciente de este país, con unas cifras de paro galopantes, por encima del 20 por ciento; los batacazos de la Bolsa y la escasa solvencia en los mercados internacionales. El Gobierno no acierta en la búsqueda de soluciones y el principal partido de la oposición sólo espera sacar rédito electoral de ello. Así las cosas, no hay duda de que contamos con el peor Gobierno y la peor oposición en el peor momento posible. No pueden ni quieren arreglarse entre ellos ni arreglarlo, porque lo único que les importa es satisfacer el propio interés partidista y personal: su clientelismo. Un ejemplo caliente, el recorte en los altos cargos del Gobierno únicamente servirá para ahorrar 16 millones de euros al Estado, cuando éste insiste en exigir austeridad al resto de las administraciones públicas. Cuánto sacrificio ¿verdad?