Los problemas de la economía española se llaman 11,2 por ciento de déficit y 20 por ciento de desempleo. La novedad es que ahora, además de saberlo todo el mundo, se ha dado cuenta también de ello el presidente del Gobierno. Por eso, entre otras cosas, Zapatero ha dicho que no se pueden mantener los 2.500 euros del «cheque bebé».

La historia del «cheque bebé», según la cuenta José García Abad en su libro «El Maquiavelo de León», es de lo más curioso y sintomático. Con ella se entiende el mecanismo del inquilino de la Moncloa. Igual la conocen ya, pero por si acaso la recuerdo. La actriz Icíar Bollaín comentó en una ocasión, delante del Presidente, que acababa de tener un hijo y, a la vez, lo caro que le estaba resultando criarlo. Es sabido que los hijos salen por un ojo de la cara, pero lo que hasta ahora se desconocía es que existiesen estadistas dispuestos a pillar al vuelo el comentario en una reunión de la farándula para poner inopinadamente en marcha una iniciativa tan sorprendente como poco viable, ya que pocas familias se beneficiarán en el futuro de ella por falta de liquidez. García Abad apostilla que el dichoso «cheque bebé» bien podría haberse llamado «Bollaín», sin embargo el cheque nunca tendrá la vida suficiente para inmortalizarse en compañía de tan destacada estrella de la cinematografía.

Detalles como el del cheque remarcan la singularidad de un hombre que estos días debe de estar atravesando los momentos más difíciles de su irresponsable mandato. En cualquier caso, tampoco cabe compadecerse de él, porque peor lo estarán pasando los españoles víctimas de la situación que vive el país y seguramente nos queda todavía por delante el camino más amargo de la travesía.

En el mismo libro de García Abad, el periodista, que debe de conocer muy bien al personaje, escribe de él que es como un niño, «y los niños no saben dónde está el límite y creen que pueden volar como Spiderman». Estamos pagando cara la osadía de un hombre que se creyó araña.