Esta sementera se está dificultando mucho porque las constantes lluvias no dejan arar para sembrar el maíz. Ahora ya no se cosecha para «arroxar» boroña, que fue el alimento básico de las familias en los duros años de la posguerra, pero es un cereal básico para forraje del ganado. En La Tabla de Faedo, en el concejo de Cudillero, cada año, coincidiendo con la festividad de San Isidro Labrador, patrono de las gentes del campo, comenzaron anoche a echar la casa por la ventana y tras preparar buenas meriendas subieron a la carpa instalada al lado mismo de la ermita -majestuosa panorámica sobre tierras y pueblos de Cudillero, Salas, Pravia y Muros de Nalón- y contando con el buen bollo preñao que distribuye la comisión de fiestas, elaborado con manos artesanas en Los Cabos de Pravia, dieron buena cuenta de una gran cena como apertura de los festejos.

A la capilla de San Isidro Labrador de La Tabla no llega la energía eléctrica. Pero anoche fue una excepción -en la jornada de hoy, día grande, lo será también- porque la comisión de festejos instala un potente generador que sirve para iluminarlo todo y para que funcione a la perfección el escenario móvil y el equipo de sonido del grupo «Ideas», de Cornellana, que lleva años siendo la atracción principal con lo que eso conlleva ya que la concentración vecinal de varios concejos es de las que hacen época. Así pues anoche pudo ser contemplada en todo su esplendor la nueva perspectiva que ofrece la restaurada ermita de San Isidro. La luz solar no entra precisamente a raudales en la capilla y en estos dos días hay opción de que con la iluminación lo que se pueda contemplar resulte ciertamente sugestivo.

No recuerdo si en alguna ocasión -son varias las veces que subí a La Tabla y conté lo que he visto- he puesto de relieve la gran obra realizada en la ermita de San Isidro de este labrador pueblo de Cudillero por unos maestros de la madera que tienen su base en Vegadeo y que para mayor suerte de los vecinos de esta comarca han tenido el acierto de construir un retablo nuevo para el Santo Patrón. Son los maestros de la madera Sigifredo, uno de cuyos hermanos ha sabido llevar a la obra religiosa el espíritu de los estudios eclesiásticos realizados en su juventud. Pero al retablo de San Isidro hay que añadir una obra, también con base en la madera cara vista, de toda la techumbre de la ermita y en todo el conjunto se ve también que en Villavaler hay también un maestro de la madera y la piedra, Miguel Rodríguez, que está realizando por esta comarca obras de gran relieve ya que ahí está también la restaurada capilla de San Lorenzo de Loro y a la que no le falta detalle en un entorno eminentemente rural. Algún día habrá que hacer un recorrido por todas estas ermitas restauradas en los concejos de Pravia y Cudillero porque merece la pena conocer lo bien que se trabaja en los talleres de los artesanos que en el caso de Sigifredo de Vegadeo y Miguel de La Casona del Cura de Villavaler ya puede ser conocida su obra quienes acudan a la una de la tarde de hoy a la misa de San Isidro Labrador que por cierto será cantada por el coro de Oviñana, lo cual ya justifica el subir hasta La Tabla.

En unos tiempos en los que los pueblos están quedando abandonados de una forma alarmante -y peligrosa para su continuidad como núcleos rurales habitados- La Tabla no solamente no va en declive, sino que cada año lleva a cabo obras de mejora que la hacen más atractiva, más cómoda y más sugestiva para el visitante y lógicamente para sus propios vecinos. Recientemente se han hormigonado caminos y la vieja escuela del pueblo es ahora un moderno centro social y todo esto se ha conseguido en virtud de la labor comunitaria que realiza la parroquia rural, que preside desde hace años el incansable Sandalio.

Pero la virtud de este pueblo de La Tabla es que con Sandalio están sus hijos Víctor y Miriam -ésta «emigrada» a Tineo, pero siempre vuelve para ayudar en San Isidro-, María Ángeles, que es la secretaria de la parroquia rural; Jesús y Charo, así como el hijo de ambos y algunos otros colaboradores que forman parte de esas mismas familias, constituyendo un equipo de trabajo ahora durante toda una semana para montar y desmontar la carpa, para instalar y atender adecuadamente el bar de la fiesta, para organizar la masiva entrega de cientos de bollos -el año pasado se alcanzaron los ochocientos y anoche por ahí andaría- y, sobre todo, para recaudar los fondos adecuados para mantener viva una fiesta en honor del Santo Patrón que es de las pocas que hay en Asturias en honor a San Isidro.

En La Tabla hace mucho tiempo que tienen muy claro que los pueblos tienen aquello por lo que luchan y trabajan. Y cada año, por San Isidro, el equipo antes apuntado sorprende al visitante con dos jornadas de fiesta mayor, siempre en renovación, y con mejoras en el pueblo que hacen pensar de dónde sacarán las energías y «los posibles» económicos como se dice en la aldea, para llevar a cabo tanta obra importante y decisiva para la continuidad de un pueblo que, como todos los del entorno, también se quedó diezmado a consecuencia de la «llamada» de la ciudad que han escuchado hace décadas aquellos que eran jóvenes y querían buscar otros horizontes para sus vidas.

Es posible que alguno de los romeros que hoy decidan subir a La Tabla piense que con la lluvia todo puede quedar deslucido. Nada de eso. La Comisión de San Isidro tiene una carpa de su propiedad que guarda en invierno para lucirla ahora en mayo. Y si llueve es posible que hasta Víctor tenga alguna sementera recién hecha para la siembra del maíz y hasta se pueda percibir en La Tabla el olor único y especial que desprende la tierra recién arada recibiendo una suave orbayada de primavera.