La celebración durante esta semana de los actos en torno al «Día marítimo europeo» ha puesto de relieve el peso en el desarrollo económico y social de Gijón del medio marino que le es inmediato y que lo relacionó comercialmente con otras latitudes de modo más intenso desde el momento en el que el carbón asturiano comenzó a salir por las dársenas locales, a partir de mediados del siglo XIX. Gijón le debe lo que hoy es a la mar, a la actividad pesquera, de la que existen vestigios desde la época prerromano y romana; y a los procesos industriales y portuarios de los dos últimos siglos, pasando también por el impulso náutico que el prócer Jovellanos no dudó en ofrecerle a su villa natal.

El «Día marítimo europeo» ha tenido la virtud de ofrecerle a Gijón un amplio despliegue de los grandes asuntos y preocupaciones que hoy atañen al mar. El medio ambiente puede que sea el primero de ellos, pues los fenómenos de calentamiento o de contaminación pueden ser terriblemente perjudiciales durante las próximas décadas para el medio marino.

La investigación científica del mar tiene en este trance un papel clave y Gijón ha de dotarse de todos los medios posibles para contrarrestar fenómenos que pueden malograr su potencial pesquero e incluso turístico. Es ésta una tarea de lucha global, o al menos europea, pero indeclinable si se quieren preservar el medio marino y sus riquezas.

El reciente anuncio de que la depuradora del Este -aún pendiente en el saneamiento integral de Gijón- iniciará sus obras dentro de unos meses es, sin duda, una buena noticia. La seguridad en la navegación es otro elemento fundamental, a la vista de las catástrofes que se derivan de los peores accidentes marítimos.

Pero la investigación en el presente no es sólo marina, sino también marítima. La tecnología de los puertos y de la navegación han de ir dirigidos a ese gran proyecto de la Unión Europea consistente en que los mares que la circundan puedan ofrecen soluciones al transporte de mercancías y pasaje que actualmente satura las carreteras de buena parte del continente.

Una vez que se logre conciliar este proyecto con la conservación del medio ambiente, el desarrollo económico ofrecerá buenas oportunidades a ciudades como Gijón, con un puerto recién ampliado y una nueva autopista del mar hacia Francia, cuyo arranque se espera para septiembre.

No se debe olvidar tampoco la construcción naval, y menos en una ciudad que llegó a disfrutar de cinco astilleros y que hoy sólo posee uno y en una situación económica muy difícil. La fachada marítima de Gijón en su bahía Oeste no debería perder su vocación naval e industrial; de ahí la importancia del proyecto, ya anunciado por el Ayuntamiento, de desarrollar un parque tecnológico orientado en parte a la actividad marítima.

La producción energética relacionada con el puerto de El Musel es otro de los desafíos, cuyo desarrollo puede ser todavía lento, pero para el cual ya se cuenta con espacios suficientes y adecuados.

Por todo ello, y como don Felipe de Borbón, Príncipe de Asturias, hizo notar en la apertura del «Día marítimo europeo», aprovechar «el potencial económico de los mares» es pieza clave en el futuro económico y social de Gijón.