Felicito a la alumna del Colegio de La Gesta María Iglesias Alonso por el éxito de la frase: «La Cultura es el camino. Oviedo, su destino».

Claro que sí.

Hay mucha competencia en esto de la capitalidad cultural de 2016. Nadie, sin embargo, como Oviedo que ya fue capital cultural europea en los orígenes de la ciudad, dos siglos en los que sólo el Aquisgrán (Aachen//Aix La Chapelle) de Carlomagno pudiera quizá haberla emulado.

El reconocimiento de los méritos ovetenses sería una sabia decisión y demostraría la clarividente valoración que Europa, precisada de autoestima, hace de sí misma, de su misma Historia original. La razón de ser de Europa debe mucho a aquel pequeño reino astur que produjo una cultura sin par, reflejada en su arquitectura, verdadero germen de Europa. Hoy, Oviedo es un centro musical jamás imaginado por una capital de provincia europea. También es la sede de la prestigiosa Fundación Príncipe de Asturias, con una convocatoria anual muy próxima a la de la Academia Sueca con sus Nobel, a la que supera en algunos aspectos al integrar un premio de Deportes y otro de Cooperación Internacional.

Se ha destacado, con habilidad y tino, cómo uno de los mejores iconos culturales de estos comienzos del siglo XXI, Woody Allen, con estatua en la ciudad, considera a Oviedo capital de hadas y de ensueño. Woody, que busca estos días escenarios en París, ha rodado en el Naranco, nuestro monte tutelar, donde se ha admirado de dos de los edificios más importantes de la Humanidad. A finales del siglo pasado, el cantante Julio Iglesias, llevado por el concejal Rey Aguirre, la bailarina rusa Maya Plisetskaya, que lo fue por la edil Puente Uría, David Rockefeller, conducido por el genial emprendedor Graciano García, y la presidenta del Parlamento europeo, Simone Veil, a la que yo mismo serví de anfitrión, se dejaron, entre otros, fotografiar en la fachada de Santa María del Naranco. Difundían, antes de la llegada de internet, una imagen y unas palabras, contagiadas por la magia del lugar, que, con la capitalidad europea, debe convertirse definitivamente en espacio de referencia para millones de ciudadanos del ancho mundo, que tienen derecho a conocer, cultivarse y disfrutar en persona ante esos Monumentos, como hiciera Federico García Lorca, el poeta español más universal. Porque visitar Oviedo, comienzo del auténtico Camino de Santiago, es un no menos auténtico disfrute.

Existe, en este momento de crisis económica, un argumento que a mí me parece entre los mejores para la capitalidad cultural de 2016. En Oviedo hay un gran apoyo ciudadano a esa candidatura y a la responsabilidad social que conlleva recibir miles de europeos ansiosos de cultura pero, a la vez, es la candidata que menos gasta en su propia promoción. En estos momentos de austeridad presupuestaria a todos los niveles, ya es hora de que Europa sepa estimar y estimular proyectos sobrios, adecuados a los tiempos que se imponen de forma inexorable y no se busque el fomento de competencias vergonzosas para derroches no amortizables luego.

En definitiva, optar por otras candidaturas, sin duda con muchos méritos para otro tipo de convocatorias y eventos, sería un contrasentido para la ejemplaridad presupuestaria y un error para Europa que negaría su propia vocación europeísta original.

Nada menos, pues, que lo que ha dicho una ciudadana de escasos pero espabilados años: «La Cultura es el camino. Oviedo, su destino»

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