La presencia de Iker Casillas en el escenario del Campoamor está asegurada, pero corrieron peligro de cese fulminante Mou, Valdano, Butragueño y Pardeza, porque don Floro no podía perderse que la mitad de la Familia Real (doña Sofía y los Príncipes) le aplaudieran. Pudo estropearlo todo ese entrenador portugués que es más galáctico que los «cracks» de su plantilla. Ya dice un conocido refrán que quien con «cracks» se acuesta, perjudicado se levanta. Ese desmedida afición de don Floro por fichar a lo mejor de lo mejor le ha de acarrear muchas complicaciones aún y más de un mal trago.

En esta ocasión el portugués se dio cuenta de haberse excedido y tuvo tiempo de enmendarse. Y así, el novio de Sara Carbonero subirá al podio.

Otras ocasiones de idéntica o parecida índole se sucederán sin que haya entendimiento por mediar orgullo y soberbia. La España monárquica y dinástica no hubiese perdonado a Florentino Pérez que el guardameta de los «merengones» y de la Roja se quedase sin hacer la reverencia cortesana que el protocolo impone.

El resto de los integrantes de la selección, que se queden con Pep Guardiola y con sus respectivos entrenadores. Vivimos tiempos de austeridad y sería mucho el gasto. Es posible que al Guaje le hiciese ilusión subir con todos, como hizo en otra ocasión la selección nacional de baloncesto.

Otra vez será. Habrá más veces, porque los premios del Príncipe de Asturias parecen estar derivando hacia lo deportivo y lo olímpico. Lo que importa es la fuerza mediática. El premio «Príncipe» a la Asociación de Lucha Contra el Sida tuvo tirón porque a recoger el galardón acudió Liz Taylor. No le demos más vueltas.